Desde que Adán y Eva fueron separados de Dios, el Padre en el Jardín del Edén, el espíritu de orfandad ha permeado toda la tierra, ¡causando un daño indecible! (Al decir “orfandad”, me refiero a ese sentido de abandono, soledad, separación y aislamiento). Casi inmediatamente después de la caída en Edén, el fruto de este espíritu de orfandad produjo celos, los cuales culminaron con el asesinato de Abel por parte de su hermano Caín debido a que Dios, el Padre, no recibió con agrado su ofrenda. Para empeorar las cosas, la sociedad contemporánea, con la desintegración del núcleo familiar, millones de personas no solamente se encuentran separadas de Dios, sino que también han crecido sin el amor ni la seguridad de sus padres biológicos.
Creo que todos los males emocionales y físicos de la sociedad, pueden referirse a los seres humanos sintiéndose separados de Dios y de sus padres biológicos; personas huérfanas generalmente pasan por largos y amargos periodos intentando hacer conexión con sus parejas, sus hijos, con aquellos con autoridad espiritual y con sus sobreveedores y, al mismo tiempo, tienen dificultades para aceptarse y amarse a sí mismos. Actualmente hay millones de hombres encarcelados quienes están viviendo una vida de violencia y rebelión ¡debido a que sus padres terrenales los han abandonado! Hay iglesias llenas de pastores y líderes quienes usan personas y destruyen relaciones debido a que son constantemente impulsados a tener éxito debido a una necesidad interior de alguna aprobación paternal, ¡la cual es un vacío demasiado grande para que cualquier éxito o ejecución ministerial la pueda llenar!
La única forma de quebrantar a este espíritu de orfandad, es que las personas sean llenas del amor del Padre por ellas en Cristo, lo cual las habilita para convertirse en hijos maduros que sirven a Dios a través del conocimiento de su gracia inmerecida en vez de intentar “ganar” el amor del Padre a través de sus propios logros.
El espíritu de orfandad es probablemente la más grande maldición sobre la tierra al día de hoy, es por ello que los padres espirituales les constará una gran profundidad y autoridad espiritual para poder romper y revertir los efectos de esta maldición y poder así, perpetuar una bendición generacional. Sólo cuando una persona es sanada del abandono paterno a través del amor de Dios, es que este espíritu de orfandad es quebrantado, y así, se puede comenzar el proceso de llegar a ser un hijo maduro. El ser hijos es tan importante ¡que toda la creación al día de hoy clama por la manifestación gloriosa de los hijos maduros de Dios! (Romanos 8:19).
Los siguientes 11 rasgos contrastan al espíritu de orfandad con el espíritu de aquel que ha sido declarado hijo:
1. El espíritu de orfandad opera desde la inseguridad y los celos. El espíritu de aquel que ha sido declarado hijo opera desde el amor y la aceptación.
Aquellos con un espíritu de orfandad constantemente batallan celosamente y llenos de inseguridad debido a que la seguridad se origina desde una relación de seguridad con nuestros padres; aquellos con un espíritu de orfandad son tan inseguros que incluso la pasan mal escuchando a sus padres biológicos o espirituales reconociendo o alabando a sus hermanos o a otros colaboradores en el ministerio. Por otro lado, aquellos que tienen el espíritu de adopción están tan seguros en el amor y en el favor del Padre, que son felices al servir en cualquiera que sea el nivel requerido, ya sea que estén a cargo o no, ya sea que sean reconocidos en el proceso o no.
2. El espíritu de orfandad es celoso del éxito de sus hermanos, mientras que aquel que se sabe hijo está comprometido con el éxito de sus hermanos.
Por cierto, aquellos que son huérfanos espirituales se alegran cuando sus hermanos fallan, ya que esto los hace sentir bien acerca de sí mismos; por el otro lado, aquellos con el espíritu de adopción se comprometen gozosamente a servir y ayudar a sus hermanos a tener éxito, ya que ellos no trabajan por elogios humanos sino desde un sentido profundo de amor y afirmación de Dios padre.
3. El espíritu de orfandad sirve a Dios para obtener el amor del Padre, mientras que el hijo maduro sirve a Dios debido a que se sabe aceptado por Dios y con Su favor.
De acuerdo a esto, aquellos que tienen un espíritu de orfandad se esfuerzan e intentan contantemente alcanzar el amor del Padre a través de logros en el ministerio o en sus trabajos, mientras que aquellos que se entienden haber sido declarados hijos ya se saben aceptados en Cristo y sirven a otros desde la abundancia de esta aceptación.
4. El espíritu huérfano intenta remediar esta profunda separación interna a través de estimulación física, mientras que el hijo maduro se conforta en caminar en el gozo y en la presencia del Señor.
Aquellos con el espíritu de orfandad constantemente intentan minimizar su sensación de separación, soledad y falta de auto-valoración trabajando constantemente, yendo de una relación a la siguiente, por medio de la gratificación física y viviendo una vida de narcisismo y auto-indulgencia; sin embargo, entre más indulgentes y más adictos se hacen, más grande se hace aquel vacío en sus corazones ya que sólo el amor del Padre puede llenar las profundas necesidades emocionales que ellos tienen.
Aquellos con el espíritu de orfandad constantemente intentan minimizar su sensación de separación, soledad y falta de auto-valoración trabajando constantemente, yendo de una relación a la siguiente, por medio de la gratificación física y viviendo una vida de narcisismo y auto-indulgencia; sin embargo, entre más indulgentes y más adictos se hacen, más grande se hace aquel vacío en sus corazones ya que sólo el amor del Padre puede llenar las profundas necesidades emocionales que ellos tienen.
Aquellos que caminan sabiéndose hijos disfrutan en la presencia y amor de Dios y practican el gozo del Señor continuamente como su fuente de fortaleza debido a que entienden que poner los cimientos de su seguridad y de su vida misma en otra cosa que en Dios, no es otra cosa que edificar una casa sobre la arena.
5. El espíritu de orfandad es impulsado por la necesidad de éxito; el Espíritu guía al hijo maduro a su llamado y misión.
Muchos intentan lograr grandes cosas para satisfacer el anhelo profundo de sus corazones por la aprobación de su padre; esto resulta en ellos siendo impulsados por sus deseos de éxito, en vez de ser guiados por el Espíritu; incluso muchos líderes meten a sus iglesias en grandes deudas con la finalidad de construir enormes edificios, arrastrando a los hermanos cercanos a ellos debido a que ellos están cegados por sus propios sentimientos innatos de insuficiencia, ya que piensan que se sentirán bien acerca de sí mismos alcanzando grandes logros.
Solo aquellos con un fuerte sentido de haber sido declarados hijos permitirán al Señor dirigirles y darles oportunidades sin que, para ello, deban sumar sus propios logros.
6. El espíritu huérfano usa a las personas como objetos para conseguir sus propias metas mientras que los hijos maduros sirven a las personas para bendecir al reino.
Aquellos con un espíritu de orfandad usan a las personas para cumplir sus propias metas; siempre que hacemos de las personas objetos, las manipulamos con palabras, amenazas e intentamos lo que sea necesario para salirnos con la nuestra y controlarles; las personas maduras que caminan en el espíritu de los hijos de Dios no tienen necesidad de usar a las personas; sino que sirven y liberan a las personas para así cumplir su destino en Cristo.
7. El espíritu huérfano repele a sus propios hijos mientras que aquel que se sabe haber sido declarado hijo atrae a sí mismo a sus hijos.
Líderes y padres con un espíritu de orfandad están constantemente en alboroto y confusión, peleando y buscando que se hagan las cosas a su manera, lo cual le da a sus hijos espirituales la sensación de que su líder está compitiendo con ellos en vez de amarles; esto termina en un rechazo por los mismos hijos biológicos y espirituales, lo cual, ¡termina con la pérdida de influencia para la siguiente generación! Aquellos que caminan en el espíritu de los hijos de Dios, caminan en la unción del Padre y atraen a sus hijos debido a que sus hijos escuchan la voz de un pastor que les cuida.
8. El espíritu de orfandad tiene problemas con la ira y se acopla al enojo desmedido; por otro lado, el espíritu de adopción descansa en la habilidad del Padre para controlar y guiar su futuro.
Aquellos con un espíritu huérfano tienen problemas de ira incontrolable, destellos de rabia y otras formas de manipulación debido a que sienten la necesidad de controlar a otros y a las circunstancias para así poder lograr sus metas, ya que les hace falta la confianza necesaria en que su Padre celestial es suficiente para guiar y controlar su futuro.
9. El espíritu de orfandad está siempre compitiendo con otros; el espíritu del hijo siempre bendice a otros.
Aquellos con un espíritu huérfano siempre intentan superar a otros en sus comunidades, en sus familias, en sus negocios o en sus denominaciones debido a que ellos reciben su identidad al saberse mejores que todos los demás. Aquellos que caminan como hijos constantemente ven cómo pueden bendecir a otros dado que ellos ya cuentan con la aprobación de Dios en sus almas, así que ellos quieren compartir libremente Su amor con otros.
10. El espíritu huérfano tiene una falta de auto-estima. El espíritu de aquel que se sabe hijo camina en el amor y en la aceptación del Dios Padre.
Aquellos que tienen un espíritu de orfandad la pasan mal al intentar amarse y aceptarse a sí mismos; aquellos que caminan en el espíritu de los hijos de Dios están satisfechos con un sentido del amor y aceptación divinos que les capacita para caminar confiadamente en el gozo del Señor a pesar del hecho de que todos los seres humanos son pecadores y que han sido destituidos de la gloria de Dios.
11. El espíritu de orfandad recibe su identidad primaria a través de sus posesiones materiales, su apariencia física y su activismo, el espíritu del hijo obtiene su identidad en el fundamento de haber sido declarado hijo y por la aceptación del Padre.
Aquellos con un espíritu de orfandad nunca pueden estar satisfechos con el éxito profesional, con las posesiones materiales, con el placer o con las relaciones ilícitas para satisfacer el vacío en sus corazones relacionado a su propia identidad, en consecuencia, se encuentran constantemente luchando por obtener satisfacción mediante el uso de muchas cosas o personas en sus vidas; en muchos casos, incluso su forma de vestir, una cantidad inusual de tatuajes, de perforaciones en su piel, cortes y peinados extravagantes de cabello, pueden ser su forma de intentar resaltar como únicos y de llamar la atención debido a su falta de autoestima y aprobación paternal.
Aquellos que caminan sabiéndose hijos están tan firmemente cimentados en la aprobación divina de su Padre que sienten satisfechos sirviendo desde el anonimato y celebran el éxito y la atención que otros reciben debido a que el vacío en sus almas ya ha sido lleno con el amor incondicional del Padre.
En conclusión, el más grande don conocido por la humanidad es el aceptar, recibir y caminar en el amor del Padre, quien amó al mundo de tal manera que dio a su Hijo único, para que no perezcamos o para que no echemos a perder nuestras vidas, sino que experimentemos la vida abundante ¡que solo nuestro Padre Divino puede dar!
Escrito por Joseph Mattera
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