El Propósito Eterno de Dios

La Suprema Obsesión de Dios Padre

3,974

El Propósito Eterno -La Suprema Obsesión de Dios Padre

Todas las citas de las Escrituras están sacadas de la traducción Reina-Valera (1995), a no ser que se indique otra cosa.

E.H. Rapp Publishing LLC Drexel Hill, Pennsylvania

En cooperación con

A Lantern & Parchment Books

Traducción:

Marta Merino

Diseño de Portada:

Eric Ayers

Algunas Escrituras Clave

Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús, nuestro Señor.

–Pablo de Tarso (Efesios 3:11)

Él nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en el cumplimiento de los tiempos establecidos, así las que están en los cielos como las que están en la tierra. –Pablo de Tarso (Efesios 1:9-10)

Es necesario que él (Jesús) crezca, y que yo disminuya.

–Juan el Bautizador (Juan 3:30)

Porque al Padre agradó que en él habitara toda la plenitud.

–Pablo de Tarso (Colosenses 1:19)

Tanto los paréntesis como los énfasis en palabras son míos.

Agradecimientos

Con sumo aprecio al ministerio más centrado en Cristo que jamás he encontrado: Mr. T. AustinSparks de Honor Oak, Londres,y Con una gratitud similar a la persona más constante en centrarse en Cristo y amigo que he conocido:Tim RicheyEric Rapp, Randy Williams & Christian Dickinson: Gracias por el ánimo e impulso fraterno.\

 

Introducción…

En más de 30 años como seguidor de Jesús, incluyendo unos 15 años de ministerio que me llevaron alrededor del globo unas cuantas veces, he llegado a un inquietante aunque innegable descubrimiento. La inmensa mayoría de los cristianos parecen tener poco conocimiento acerca de qué es lo que Dios el Padre es en última instancia. Permíteme que lo aclare un poco. No quiero decir que los cristianos no saben lo que Dios está haciendo ahora mismo (aunque una vasta mayoría tampoco parece saberlo).

En cualquier momento dado podemos ver a Dios sanando, reavivando, restaurando, juzgando, disciplinando, bendiciendo, etc., etc. Pero hay una pregunta de mayor envergadura (tal vez algunos dirían que con un tinte más filosófico/teológico). Ya sabes… la GRAN pregunta.

La pregunta del POR QUÉ. La pregunta de “¿Por qué nos creó a nosotros y a todo esto?”.

A pesar del hecho de que nosotros, los creyentes, tenemos los 66 libros del Libro Sagrado y casi 2000 años de historia (5000 si incluimos el período del Antiguo Testamento), sigue habiendo una gran escasez de entender el “panorama general” de Dios. Sin embargo, entretejido en las páginas de las Escrituras hay una respuesta clara a la pregunta más grande de todas: ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Cuál es desenlace detrás de la creación del hombre y del universo?

Como resultado de esta aparente falta de entendimiento del panorama general de Dios, empecé una encuesta informal por donde iba. Cuando se encontraban presionados a responder qué es lo que Dios se ha propuesto llevar a cabo y cuál es nuestra parte para que Él lleve a cabo Su fin deseado, la mayoría de los cristianos parecen estar tan desconcertados sobre lo que todo esto significa como todos los demás que divagan por el planeta. Cuando recibía respuesta, yo mismo encontraba dicha respuesta profundamente insatisfactoria. Las respuestas sencillamente no me daban testimonio interno (ni tampoco se alineaban con el panorama general que presenta la Escritura).

Tal vez, lo que me desanimó aún más era el hecho de que la mitad de las personas a las que pregunté sentían que la pregunta no podía responderse y la otra mitad ¡ni le importaba! Me recordé a mí mismo el clásico chiste, “¿Crees que el mayor problema al que nos enfrentamos hoy es la ignorancia o la apatía?” Siendo la jocosa respuesta, “¡Ni lo sé ni me importa!”.

Una muestra de las respuestas con las que me encontré a la pregunta de “¿por qué estamos aquí?” fue:

  • El propósito de Dios es salvar a las personas del infierno
  • El propósito de Dios es sanar a las personas
  • Dios quiere bendecirnos y que seamos felices
  • Dios quiere que le alabemos y adoremos
  • Dios quiere que le obedezcamos
  • Dios quiere que estemos sanos y seamos ricos (y sabios)  Dios quiere que hagamos discípulos
  • Dios quiere que ayudemos a los demás y seamos buenos
  • Dios quiere que nos relajemos y disfrutemos
  • Dios quiere que traigamos paz al mundo
  • Dios quiere que venzamos al diablo  y mucho más…

Puedes ver que, aun cuando algunas respuestas son claramente mejores que otras, ninguna de estas respuestas satisface la explicación de la intención original de comenzar la creación. Ni siquiera la de la adoración da la talla en el análisis final (ya que Dios tiene millares de ángeles que le adoran desde antes de la creación del hombre).

Los creyentes del primer siglo eran muy conscientes de la respuesta a esta pregunta del panorama general. Sin embargo, sorprendentemente, estas eran personas sin ninguna educación y un nivel de analfabetismo cercano al 95%. Para nosotros, esas son buenas nuevas.

La teología, la filosofía y toda una gama de maravillas académicas no son requisitos para entender el propósito eterno de Dios. En el primer siglo, el hecho de entender la verdad principal del gran propósito del Padre sirvió como un fundamento masivo en su caminar con Jesús. La capacidad de ellos de compresión del gran propósito de Dios es una parte importante de lo que Él hizo a través de los momentos tremendamente difíciles y complicados para ellos. Captaron el gran amor  que el Padre tenía por ellos y también caminaron en el entendimiento de a dónde les dirigía este gran afecto. Ellos estaban íntimamente familiarizados con lo que el apóstol Pablo denominó El Propósito Eterno.

Es el deseo de este primer panfleto presentar (o, esperemos, volver a familiarizar) al pueblo del Señor con este inimaginable propósito glorioso. Es mi esperanza más sincera que todo lo que nosotros, los creyentes, amantes y seguidores del Dios vivo, hagamos prosiguiendo adelante sea con el gran telón del gran Propósito Eterno de Dios delante de nuestros ojos.

Nick Vasiliades

Jacksonville Beach, Florida USA

 

 

 

Capitulo 1

¿Cuál es el Propósito Final de Dios Padre?

Es sorprendente encontrarse con seguidores de Jesús, muchos de los cuales le han estado siguiendo durante décadas, que en su mayoría no son conscientes de que Dios tiene una razón muy específica, hasta una razón singular, para crear el universo y todo lo que hay en él. La mayoría consideraría que es imposible (y hasta arrogante) decir que ni siquiera sea posible obtener una respuesta.

Pero es posible.

Tal vez te hayas dado cuenta de que nosotros, los humanos, necesitamos tener un propósito en la vida para poder  prosperar. Pero, recuerda, estamos creados a la imagen de Dios. Él es el primero que tiene un propósito. Por así decir, una pasión. Nunca llegarás a entender tu propósito para existir hasta que no hayas primeramente entendido cuál es el propósito final del Padre. Es entonces cuando empiezas a desempeñar tu pequeño papel (y todos tenemos papeles pequeños, aunque esenciales, que desempeñar) en el desarrollo de este gran drama.

Claramente hay un propósito específico que motivó a Dios a iniciar la creación. La Biblia se refiere a él como El Propósito Eterno.

No solo se puede descubrir, sino que el Padre está deseando que seamos conscientes de Su Propósito Eterno.

Hay una cosa que es tremendamente clara: los cristianos están algo liados (o, a veces, perdidos del todo) sobre el por qué estamos aquí, qué debería preocuparnos como seguidores de Jesús y hacia dónde se dirigen todas las cosas.

¿Hasta qué punto están confundidos la mayoría de los creyentes?

Digamos que fuéramos a visitar 25 iglesias diferentes en cualquier lugar del mundo para escuchar el mensaje general que se predica en cada una de ellas. Hay una alta probabilidad de que saldríamos con la idea de que la cosa más importante que Dios se trae entre manos es… bueno… exactamente ¿qué? Muy probablemente la lista variaría. Y muy probablemente, dependiendo de la posición ya sea del liderazgo o de cada iglesia en particular o de la afiliación denominacional de cada iglesia, la lista de cosas que las personas piensan que preocupan más a Dios incluiría muchas de los siguientes enunciados:

  • que salgas ahí fuera para salvar a los perdidos o cumplir con la Gran Comisión, tú o tu pariente más cercano, de “hacer discípulos”
  • conseguir que dejes de pecar, o una cosa más positiva, hacer que tengas una vida victoriosa o que obedezcas la Biblia
  • hacer que demuestres o seas tocado por Su poder
  • conseguir que leas/estudies la Biblia más
  • meterte en la profecía
  • meterte más en la “alabanza y adoración”
  • hacer que ores mejor y más a menudo
  • conseguir que seas un miembro fiel de la iglesia (en asistencia, donativos, etc.)
  • hacer que descubras tus dones y llamado
  • conseguir que seas “lleno del poder Espíritu Santo” o consciente de la necesidad de tener un avivamiento constante
  • conseguir “tu mejor vida ahora”; satisfacción personal
  • hacer que estés sano, seas rico y sabio; prosperidad
  • conseguir que seas sano o libre, o que conquistes al Diablo en general
  • conseguir que entres en “puestos de influencia” en la política, el entretenimiento, los medios de comunicación, etc.
  • Conseguir que veas por qué “nuestra iglesia” es el mejor tipo de iglesia que hay
  • conseguir que sencillamente “ames a las personas”

Hay varias más que podrías añadir a la lista. No hay duda que algunos repasarán la lista y pensarán, “Esa es una lista bastante buena e importante”, o “Mi pastor suele merodear alrededor de esos temas año tras año”.

¿Hay algo malo con esa lista?

Sí… y no.

No… y sí.

Aparte del hecho de que unos cuantos de esos asuntos nunca deberían haber hallado cabida en la mentalidad cristiana, hablando en general, desde luego que hay razón para hablar y practicar muchos de estos aspectos de la vida cristiana.

Pero, madre mía, lo desordenada que está.

No solo hemos colocado el proverbial carro delante del caballo, sino que en muchos casos, ¡ni siquiera tenemos caballo! No es broma.

Casi cada persona, en algún momento (sea cristiana o no), no solo habrá peleado con las preguntas principales, sino que por defecto habrá tenido que aportar también las respuestas. ¿Por qué estoy aquí? ¿Para qué existo? ¿Por qué hay raza humana?

La mayoría de los cristianos parece verse atraída a algo de la lista anterior en el intento de responder las preguntas decisivas para después lanzarse de cabeza a ellas. Se convierten en “especialistas” cristianos. El asunto/tema se convierte en el centro y la circunferencia de su vida cristiana. La tendencia es ver la Biblia y a Dios y a la Iglesia a través de la lente de su pasión favorita. Y, muchas veces, creen que debería ser también el centro de tu vida cristiana. Si has sido un seguidor de Jesús, aunque sea durante poco tiempo, sin duda habrás notado que este enfoque puede crear circunstancias complejas, liadas, divisorias y confusas.

¿Es alguno de los asuntos de la lista anterior más importante que los demás?

¿Hay alguno en particular que Dios tenga a la cabeza de Su lista de prioridades?

Si pudiéramos descubrir la respuesta a esa pregunta, ayudaría a la hora de empezar a ordenar un poco las cosas. El hecho de conocer la respuesta a esa pregunta puede reinar en algunos de los excesos, abusos y distorsiones que vemos en el paisaje cristiano. Esta es una gran pista: nada en esa lista es la preponderancia de Dios.

Si pudiéramos detectar cuál es la motivación predominante, la número uno, de Dios nos sería de mucha ayuda, ¿verdad? Entonces, tendremos que mirar en algún lugar que no sea la lista para descubrir la respuesta.

 

 

 

Capitulo 2

Algo Anda Mal

Nosotros, los cristianos, hasta con Biblia en mano, de alguna manera hemos obviado de una forma espectacular el asunto principal. Y, ya que lo hemos hecho, enfatizamos excesivamente cosas (hasta cosas espirituales y bíblicas) que deberían ocupar un lugar mucho más pequeño en el caminar cristiano. Es más, ese excesivo énfasis nos conduce a escenarios problemáticos tanto en el área personal como colectiva.

¡Algo crítico falta en esa lista! Hay un “motor”, un “caballo” que debería estar tirando del carro. Que suenen los tambores, por favor.

Sin querer sonar demasiado irreverente, ¿qué emociona tanto a Dios cuando se levanta por las mañanas? ¿Qué hace que se ponga las pilas?

Como mencioné con anterioridad, la prioridad superior de Dios no se ha mencionado en la lista.

Aquí va otra pista:

Recuerda, Dios no tiene un negocio de sanidad. Tampoco tiene un negocio de evangelismo, ni una compañía para formar discípulos, ni un negocio de enseñanza, ni de profecía, ni de hacer prodigios, ni en un negocio de alabanza y adoración (creo que acabo de escuchar otro suspiro), ni está en el negocio de la oración, ni en el de células caseras, ni en el negocio de la justicia social, ni en el negocio misional, ni en el negocio de los estudios bíblicos ni en ninguno de los millares de demás negocios que a veces le atribuimos erróneamente.

Así que, ¿qué apasiona a Dios? ¿Cuál es Su recelo principal? ¿Qué hizo que crease al hombre y el universo en un principio?

Si eres un seguidor de Jesús y lo has sido ya durante, digamos, un año o dos, y no conoces la respuesta a esa pregunta, algo anda mal. Estoy dispuesto a adivinar que seguramente nunca has escuchado un sermón ni un mensaje predicado en la reunión del domingo por la mañana sobre el Propósito Eterno de Dios. Lo que es más, también voy a suponer que si te has acercado al liderazgo de tu iglesia con la pregunta, “¿Cuál es el Propósito Eterno de Dios?” te devolvieron una mirada vacía y carraspearon como respuesta. O se te ha dado una de las respuestas de las páginas anteriores. Sí, algo verdaderamente anda mal en nuestra versión del siglo XXI del cristianismo (pero tú probablemente ya sepas eso).

Terriblemente equivocado.

Pero permíteme ser claro: no es que algo esté mal contigo, querido santo de Dios. No, algo está gravemente mal con todo el escenario cristiano. Cambia nuestro enfoque, cambia nuestro énfasis y habremos cambiado creyentes. Si hemos cambiado creyentes, tendremos una iglesia cambiada. Una iglesia cambiada es lo que este mundo está literalmente muriéndose por ver.

No te sientas mal. Muchos creyentes (y, tristemente, muchos ministros) no son capaces de responder la pregunta principal. Intenta hacer la encuesta por tu cuenta y, muy probablemente, tendrás la misma experiencia que yo.

Si el Cielo tuviese que sacar un anuncio de “se busca”, seguramente diría algo así:

Se necesita urgentemente: hombres y mujeres que hayan visto el Propósito Eterno de Dios. Personas que estén tan fascinados por la prioridad del Padre que la Cruz tenga el permiso de crucificar intereses egoístas (hasta los espirituales). Hombres y mujeres cuya respuesta ante cada situación y circunstancia sea, “En última instancia esto causará un aumento de Jesucristo”.

Existe un ajuste quiropráctico espiritual corrector que debe ocurrir dentro del cuerpo de Cristo hoy. (No, no es otro avivamiento). Nuestro fundamento está mal y el avivamiento, con todo lo maravilloso que es, no corregirá lo que nos aflige. La medida correctora necesaria requiere dos cosas no negociables: 1) una revelación (aunque no cualquier revelación) 2) la valentía de actuar de acuerdo con esa revelación y lo que ella implique. En mi opinión, la segunda parte es mucho más difícil que la primera, razón por la cual tal vez Dios, en Su misericordia, otorga con mesura dicha revelación.

Como dijo Winston Churchill tan tajantemente, “Los hombres a veces se tropiezan con la verdad, pero la mayoría de ellos se levantan y salen corriendo como si nada hubiera pasado”.

Si vamos a echar un vistazo a lo que Dios Padre está buscando en última instancia, vamos a tener que sentirnos cómodos con la posibilidad de que tal vez necesitemos alterar radicalmente la menra cómo estamos llevando a cabo nuestro caminar cristiano.

Así que, ¿cuál es este gran propósito del Padre, esta intención definitiva?

 

 

 

Capitulo 3

El Propósito Eterno

Dios Padre se ve consumido con una única cosa. Sea lo que sea esta cosa con la que está tan apasionadamente consumido, es lo que le provocó a decir la palabra para que todo el cosmos llegara a existir. También es lo que hizo que fuera intransigente en Su deseo constante y costoso de redimir esa creación una vez que hubo caído de una manera tan trágica. Sea cual sea este grandioso propósito, ha capturado de manera absoluta y total Su corazón. Es algo que debería capturar también nuestros corazones de manera absoluta y total. ¿Qué podría ser?

La respuesta es tan sencilla, tan obvia, que cuando la leas correrás el riesgo (y lo digo de corazón) de descartarla.

La única preocupación del Padre es…

Su Hijo Amado. Jesucristo.

Punto.

Ahora… ahora mismo… lector, date cuenta de algo. Tu reacción interna inmediata ante la declaración anterior habla volúmenes sobre dónde estás en el camino a la plenitud y madurez cristiana.

Si tu primera respuesta ha sido algo parecido a, “Bueno, por supuesto que es Jesús, ya lo sabía, pero ¿qué pasa con _______?” Entonces, no lo has entendido. En absoluto.

O, si tu reacción visceral interna ha sido similar a sentirte defraudado o a, “¿Eso es todo?”, entonces, no te has enterado para nada. De nada.

Si tu reacción ha sido bostezar o quedarte desilusionado, bueno, entonces, tal vez quieras ver si tienes pulso espiritual.

Espero que tu respuesta haya sido más del tipo, “Ahhh, sí” con cierto sentido de sosiego interior. Si la declaración de que la preocupación del Padre es Su Hijo amado dio “en el blanco” en tu espíritu, o si fue la dulce sencillez de la confirmación en tu corazón, entonces estás en la cercanía del corazón del Reino de Dios.

Digámoslo más claramente:

Dios Padre está en el “negocio de Jesucristo”.

Punto. ¡Que sea un signo de exclamación!

Parece raro que una declaración como esa tenga que ser hecha, ¿verdad?

En la superficie, es de cajón, sin embargo parece que hoy Jesucristo es, a menudo, el componente más rápidamente olvidado de la fe. En realidad, Él es toda la fe cristiana. Sin embargo, de alguna manera, inexplicablemente, se ha convertido en EL punto pasado por alto de la fe cristiana.

Parece que seamos conscientes de Él, Jesucristo, en el momento de la salvación. Después de todo, Él es el que nos salva. Pero en seguida, la sencillez de tan solo pertenecer a Jesús y ser conscientes y estar centrados en Su persona se pierde bajo un montón de “cosas” cristianas y actividad cristiana.

Tiene que recalcarse una y otra vez que aun desde antes de las palabras “Sea la…” en Génesis 1:1, y en todos los momentos, en todas las situaciones, Dios se ha centrado en la expansión de Su Hijo en el universo. Esa no es una premisa teológica; se supone que debe ser una realidad diaria imparable y progresiva. De hecho, Dios ha creado el universo para que Su Hijo sea el centro del mismo que todo lo abarca. Las estrellas, las galaxias, los supernovas, los agujeros negros, los años luz, los gigantes rojos, los cometas, la materia oscura, los árboles, las lunas, los océanos, los leones, los corderos, las plantas, los ángeles, los humanos, tú, yo… todos tenemos una razón de existir: existimos por Cristo Jesús, a través de Cristo Jesús, en Cristo Jesús, para Cristo Jesús.

Sácale de la ecuación, o siquiera disminuye en la ecuación y todo desaparece. No tienen razón de ser, no hay propósito para existir (ni siquiera pueden tener existencia) apartados del Hijo de Dios, el Señor Jesús.

Sí, Jesucristo es así de central. Así de supremo.

Dios Padre está loco por Su Hijo. Esto deleitó el corazón del Padre para formar un plan en el que Él pudiera honrar y glorificar a ese Hijo Suyo que le había complacido tanto. Pablo llama a ese plan, el Propósito Eterno.

Cada momento encuentra al Padre buscando como revelar y glorificar más a Su Hijo, Jesús. De hecho, todas las cosas están obrando para llegar a ese final preciso, voluntaria o involuntariamente.

¿A quién se revelará Jesús y Su gloria?

A cualquiera con ojos para ver. A los ángeles, los principados, las potestades, la humanidad. A todos. Este plan es tan antiguo que cuando Dios lo diseñó, no había todavía ojos a quienes revelar Su Hijo glorioso. Así que se dispuso a crear tanto la esfera invisible como el universo visible lleno de todo tipo de criaturas y formas de vida que un día verían a este Hijo Suyo tan increíble, inimitable, único en su especie.

Jesús no es tan solo la “razón de está estación”, como a algunos les encanta decir en la temporada de Navidad. Jesús es la razón para cualquier estación. Jesús es LA razón. Punto.

No puedes conocer ni abarcar a Jesús (tal como Dios lo conoce y ve) en tu carne o tan solo con la mente. Él y Su gloria son un misterio que tiene que ser revelado.

Pablo diferencia en repetidas ocasiones este misterio en sus epístolas. Estos pasajes, que pueden resultar familiares, pueden revestirse de una vida nueva al volverlos a mirar:

La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. Y al que puede fortaleceros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero se ha manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las naciones para que obedezcan a la fe. (Romanos 16:24-26)

Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez en la fe; no la sabiduría de este mundo ni de los poderosos de este mundo, que perecen. Pero hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la cual ninguno de los poderosos de este mundo conoció, porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la gloria. (1 Corintios 2:6-89 La sabiduría oculta es una persona y su nombre es Jesús.

Aquí tenemos otra:

Pues por revelación  me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente. Al leerlo podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, el cual en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu. (Efesios 3:3-5)

El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. A ellos, Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, esperanza de gloria. Nosotros anunciamos a Cristo, amonestando a todo hombre y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre. (Colosenses 1:26-28) Un último pasaje:

Lucho para que sean consolados sus corazones y para que, unidos en amor, alcancen todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo. (Colosenses 2:2) Un par de cosas:

Jesucristo es EL misterio de Dios.

Jesucristo es una revelación.

Jesucristo no puede ser conocido de manera adecuada con tan solo leer o estudiar. El propósito eterno de Dios se centra en Jesucristo.

  1. Austin-Sparks, en su reveladora obra Vimos Su Gloria, lo dice de esta forma, “La respuesta a las preguntas principales se revelan en la persona de Cristo. Si conoces a Cristo, lo conoces todo. La encarnación es la respuesta a la razón de la existencia del hombre. Ve a Cristo Hijo de Hombre, y ves lo que Dios pensó que era para el hombre y la intención que Dios tiene en relación con el hombre. Ese es un conocimiento de Cristo que responde la pregunta más profunda del corazón humano: ¿Por qué soy? ¿Por qué la raza humana? Cristo es la respuesta. Pero ese pensamiento original de Dios se vio interferido en su primera proyección y ahora vemos cualquier cosa menos a Cristo en la raza humana. Vemos una distorsión horrible, una mala interpretación horripilante; pero Dios no ha abandonado Su pensamiento original”.

Si todo esto te llega como algún tipo de declaración doctrinal fría, ¡te lo estás perdiendo! La centralidad de Jesús no es ni doctrinal ni teológica. Es por revelación. Detrás de este gran esquema hay un latido de corazón de un Padre amante. El Padre propuso este gran plan en un amor que adora. No es tan solo Su gran mente y profunda sabiduría lo que creó este plan para Jesús sino, más bien, el inmenso corazón del Padre.

Merece que se repita: este plan es por revelación. Fue necesario el Espíritu Santo para que lo revelase y la pluma de Pablo para que nos informara. Y Pablo seguramente lo recibió en alguna de sus visitas a las otras esferas. Para ti y para mí, aunque podemos leer sobre el propósito eterno en las epístolas de Pablo, sigue siendo algo que se tiene que ver interiormente. Esta realidad fundamental no va dirigida primordialmente a nuestra mente, aunque informa a nuestra mente y la entrena. Es un propósito tan grande, tan glorioso que la mente es un órgano inferior para llegar a él. Nuestros espíritus regenerados tienen que emplearse para poder absorberlo.

Además, ¿te has dado cuenta de otra cosa sobre este plan? Espero que sí.

Tú (y yo) ¡estamos espectacularmente ausentes! Al menos, hasta el momento lo estamos. Por la gran misericordia de Dios y Su infinita generosidad, llegamos al cuadro algo más tarde.

Sin embargo, tal vez te sorprenda saber que, después de todo, no se trata solo de ti.

A pesar de lo que algunos predicadores modernos te puedan decir, no se trata de que tú puedas tener la mejor vida ahora. No se trata de que tú consigas tus sueños y satisfagas tu potencial con Dios como ayuda. Ese es un punto de vista tan bajo y tenue de lo que en realidad está ocurriendo tanto en tu vida como en el universo en general.

Pero hay alguien para el que es todo. Nunca podemos cambiar lo central del escenario. Ese lugar ha sido designado ya para alguien. Mucho antes de que tú y yo llegásemos a ser un destello en el ojo de nuestro Padre, Jesucristo había recibido el lugar preeminente. No desfallezcas. Aunque parezca imposible de entender, el hecho es que tu misma identidad, tu sentido de propósito, gozo, paz, satisfacción y contentamiento están envueltos en el hecho de que tú no seas el centro.

Hay un gran drama rodeando la decisión de Dios de exaltar a Su Hijo.

¿Cuáles son algunos de los elementos de esta historia tan increíble?

Ven durante un momento a tiempos del origen. Allá atrás, aun antes de Génesis 1:1.

Ahí atrás, Dios crea un plan. El Plan.

Con el tiempo el plan de Dios se encontrará con oposición. Le seguirá un asalto intentando desplazar el foco escogido de Dios para Su Hijo. Pero las buenas nuevas son que cuando los consejos eternos tuvieron lugar en el principio y el plan fue establecido, esa figura usurpadora todavía no había sido creada. (¿Ves lo inferior que es ese enemigo comparado con el Hijo? El enemigo de Dios es tan solo un ser creado y en este punto ni siquiera existe).

Lo que es más, este asalto tan lamentable e impío a la posición central y exclusiva del Hijo querido de Dios va a desarrollarse en esferas. Sí, el usurpador que está por existir no solo esparcirá su vil veneno en el domino celestial invisible, sino que también infectará la propia corriente sanguínea de la humanidad todavía por ser creada en las esferas visibles.

¿Se quedará atascada la humanidad para siempre en su condición caída, sujeta a la muerte?

No temas, hijo amado de Dios. Ya que todos los peligros, baches, obstáculos, riesgos (y hay muchos) y soluciones han sido calculados y tenidos en cuenta en los consejos eternos de la Trinidad. Tú y yo fuimos cubiertos antes de que fuéramos creados. La gracia abundaba aun en aquel entonces. El cordero fue sacrificado desde antes de la fundación de los mundos.

Este es un drama sin precedentes en el que nos encontramos (aunque todavía no existamos).

Pero, de momento, ahí atrás en la eternidad pasada, no hay nada. Al menos nada creado. No hay tierra, ni sistema solar, ni estrellas, ni universo.

Tampoco hay cielos, ni ángeles que los habiten, ni Lucifer (él todavía no ha sido creado), ni pecado, ni Caída.

Ni siquiera se ha inventado el tiempo todavía.

La nada tiene todavía que formar parte de la existencia. La vida eterna no ha sido inventada aún.

¿Qué hay, entonces?

¿Qué es exactamente lo que existe en este origen, prístino, que no es un lugar ni está en el tiempo?

Hay Dios. Y Él lo es TODO.

Él lo es todo, pero no está solo. Dentro de Dios el Padre esta Su Hijo, el Hijo de Su amor. Su Hijo amado en quien Él haya complacencia. También está el Espíritu Eterno y Él también siempre ha estado ahí. Y hay comunión, amor, vida, luz entre Ellos. Ya que son todas esas cosas. Son Uno. Y es glorioso.

Un no-día, estos Tres que son Uno tienen un consejo eterno. Por así decir, una reunión. En esos consejos eternos, hay un propósito, alto y santo, que acuerdan y se establece de manera inamovible. El Padre está emocionado con el proyecto. El Espíritu también está emocionado con la idea de hacer que este propósito se cumpla. El Hijo, como siempre, está rendido humildemente a la voluntad del Padre.

El Padre glorificará al Hijo.

Hay varias fases en el plan. Y unas cuantas arrugas y sorpresas gloriosas.

Secretos y misterios.

Pero Jesucristo será glorificado. Él es el centro y la circunferencia de este plan. La aclamación de que todo se trata de Él debería hacer que tu corazón volara.

Ya que en ese hecho se encuentra la razón de tu misma existencia.

 

 

 

Capitulo 4

Se Necesita: Revelación de Jesucristo

La siguiente frase tal vez te sorprenda un poco:

El mundo entero, incluyendo muchos, muchos cristianos devotos, han subestimado e infravalorado sobremanera a Jesucristo. No solo es una parte importante de la vida cristiana. Ni siquiera es la parte principal. Él lo es todo. Jesucristo es el centro de la rueda. El caballo del famoso caballo y carromato. El centro absoluto. La raison d’être. El principio y el final, pero también ¡lo que hay en medio!

Por alguna razón, es un hecho que todos nosotros perdemos fácilmente de vista.

Todo lo demás (absolutamente todo lo demás, incluyendo las cosas cristianas) no es sino un radio de la rueda de la que Jesús es el eje central. Ningún radio tiene valor ni función alguna a no ser que emerja y permanezca vitalmente conectado al eje central.

Es triste que el escenario cristiano está regado de radios que van por ahí intentando erróneamente funcionar como si fueran una rueda completa. O, en muchos otros casos, los radios están tan desconectados del eje central que no pueden llevar a cabo su papel en el Reino de manera eficaz. En otras palabras, por si no te has dado cuenta ya, el carromato no anda demasiado bien, amigo. ¿Por qué?

Porque no reconocemos que Jesucristo ya tiene el primer lugar en todas las cosas. La ley inviolable del universo es que Él tiene el primer lugar. No puedes darle el primer lugar, ya lo tiene. Tan solo te puedes rendir ante este hecho. Un día, todos confesarán este hecho. Él es una corriente inalterable por la que tenemos que permitirnos ser arrastrados. Intentar nadar contracorriente contra ese fluir es una necedad, especialmente para los cristianos.

Es hora de que volvamos a las prioridades del Padre (de hecho Él solo tiene una prioridad). Es hora que dejemos a un lado, al menos durante un tiempo, nuestras preferencias, nuestra propensión. Es más que hora de que los ministros pongan a un lado su llamado sacrosanto e intocable, si fuera necesario, para quedarse un poco más en el regazo del Padre. Esperar a que Él comparta Su corazón con nosotros. Si podemos hacer esto en serio, como un punto de arranque fundamental, el Padre nos revelará a Su Hijo en una forma en la que nunca nos lo hemos imaginado. Necesitamos de manera desesperada una revelación más alta y profunda de Jesucristo.

Hagamos una pausa durante un momento y pregúntate si entiendes qué significa el “necesitamos una revelación de Jesucristo”. Tal vez, a causa del mundo híper-carismático en el que viven muchos cristianos hoy en día, deberíamos empezar explicando que n o queremos decir con “tener una revelación de Jesucristo”.

En primer lugar, no quiero decir tener una experiencia visual en la que Jesús se manifiesta al pie de tu cama y te explica todos los secretos y misterios de la vida, la muerte y del libro de Apocalipsis. Tampoco quiero decir que “necesitamos una palabra” de Él o que necesitamos material fresco del que predicar. O que necesitamos nuevas órdenes de trabajo. No, necesitamos una revelación fresca de Jesucristo mismo.

En realidad no necesitas otra palabra nueva del Señor. Necesitas una manera nueva de ver al Señor.

Tal vez te estés preguntando, “¿Cuál es el problema con todas esas otras experiencias? ¡Ellas suenan maravillosas!”

Pueden serlo, pero parte de lo que turba tanto de este tipo de revelaciones es el resultado de estos supuestos encuentros. A menudo suele haber un problema de fruto en las vidas de las personas que dicen haberlos tenido. Alguien se levanta y proclama haber tenido algún tipo de encuentro intenso con Jesús y esto es lo que a menudo se observa en la persona que proclama dicha experiencia: hay emoción, sensacionalismo, una cierta fanfarronería, a veces hasta arrogancia.

Pero lo que turba más es lo que no puedes ver (y lo que más les delata). ¿Dónde está el sentimiento de estar deshecho? Un encuentro con el Señor resucitado, glorificado, sentado en Su trono y reinando en verdad y espíritu te deja deshecho. No es tanto un “vaya” como un “ay”. Al menos en un principio. Alguien que ha tenido una revelación de Jesucristo va a experimentar dos sentimientos conflictivos simultáneamente: lo impuro que eres y lo santo que es Él. Estarás roto (un estar roto bueno). La verdadera humildad empezará a surgir tras un encuentro como este. Un encuentro con Jesús no va a hacer que vayas corriendo al púlpito más cercano iniciando un tour de conferencias relámpago; lo más probable es que te tendrá buscando de manera desesperada el agujero más próximo en el que esconderte.

Vemos esto una y otra vez en los personajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Isaías, en el capítulo 6, tiene una revelación poderosa del Señor. ¿Su respuesta?

¡Ay de mí que soy muerto!, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos,  han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

En Lucas 5, Pedro finalmente ve por el Espíritu quién es Jesús de verdad. La reacción de Pedro no es porque esté irritado con que se le diga que vuelva a echar la red al agua. No. Está teniendo una revelación sobrenatural ahí mismo en su lugar de trabajo. El Señor con el que ha estado caminado durante un tiempo ya por fin le está siendo desvelado. ¿La respuesta de Pedro?

Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

Pablo tuvo un encuentro con Jesús en el camino hacia Damasco que ¡le dejó ciego! ¿Cuándo ha sido la última vez en la que te has encontrado con alguien que se quedase ciego porque se ha encontrado con Jesús? ¿El resultado del encuentro de Pablo? Una cita con el desierto arábigo que duró varios años. Sabemos que Pablo tuvo otros encuentros profundos con el Señor solo porque se vio forzado a escribir sobre ellos, a causa de las condiciones tan pésimas de Corinto. No solo no estaba fanfarroneando, sino que ni siquiera se estaba defendiendo. Se lanza a revelar esas experiencias para salvar a los corintios del desastre. Escucha a Pablo:

Ciertamente no me conviene gloriarme, pero me referiré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Y algo más adelante dice, De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo, en nada me gloriaré sino en mis debilidades. Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve u oye de mí.

Así es cómo alguien que ha visto al Señor piensa, habla, escribe y actúa. Tienen que verse obligados, sí obligados, a compartir una experiencia como esa. Son reticentes, ni siquiera están dispuestos. Exactamente opuesto a lo que parece ser la norma de hoy en día.

Finalmente está Juan. En el primer capítulo de Apocalipsis, Juan se da de lleno con el Señor de señores. En lo que solo se puede explicar como un desvelar de Jesucristo que abre los ojos, lo verdaderamente sorprendente aquí es que ni siquiera reconoce a Jesús. Este es Juan, el discípulo al que Jesús amaba. Juan, el que en repetidas ocasiones recostó su cabeza en el pecho del Salvador mientras vivía en Su presencia durante tres años consecutivos. Sin embargo, Jesús, tan sumamente glorificado, tuvo que identificarse como tal ante Juan. ¿La respuesta de Juan? Juan cae a los pies de Jesús como si estuviera muerto.

Todas estas diferencias entre lo que se puede ver en estos hombres devotos en comparación con lo que vemos normalmente como paradigma en las plataformas y púlpitos en el presente es causa suficiente para dudar de la veracidad de estos supuestos encuentro modernos con Jesucristo. Los encuentros modernos típicos no parecen tener los mismos resultados. Hoy, demasiado a menudo, las personas permanecen en esencia inalterables después de su encuentro, en ocasiones, terminan peor como resultado del mismo. No vemos quebrantamiento, humildad ni abnegación, como resultado de estos encuentros. En vez de eso, escuchamos nueva visión y dirección para el ministerio, “Dios me dijo algo nuevo y maravilloso”, y mucho más de la trinidad impía del “yo, mí y lo mío”. Francamente, no solo es agotador, puede llegar a ser algo desalentador.

No es otra “experiencia” la que debemos buscar. Más bien, es un clamor del corazón, “¡Señor! Quiero conocerte tal como eres”. No tanto para satisfacción espiritual personal ni para un aumento en “mi ministerio”. Sino más bien por Él. Para agradarle.

Vemos que Pablo, aun después de toda esa revelación y luz y experiencia, hacia el final de su vida, en una de las últimas epístolas, exclama a los hermanos filipenses, “a fin de conocerle…”. Si hay algún personaje en la historia que podamos sentir una certeza total de que conocía al Señor, fue Pablo. Sin embargo, ahí está, plenamente consciente de que aunque conoce bien al Señor, lo que conoce es tan solo una pequeña fracción de lo que queda por conocer de Jesucristo.

Eso es parte de lo que significa tener una revelación de Jesucristo.

En las Escrituras, parece indicar, hay dos formas en las que se imparte la revelación. Una es del tipo repentino, tal vez dramático. La otra es más un desvelar progresivo. Dios parece preferir el segundo. Francamente, el desvelar progresivo de revelación, aunque no es tan sensacionalista, parece tener un alcance más profundo. David no pareció tener un momento espectacular sino que está claro como el agua que llegó a tener una rica revelación de Dios y de Sus caminos. Para la mayoría de nosotros será de esa forma. En vez de tener “un momento” en algún tipo de vacío espiritual místico, lo más probable es que el Señor se nos revele con el tiempo y a través de las cosas más cotidianas de la vida. Los escritos de David nos dejan un indicativo claro de que con el tiempo el Señor se manifestó a David de una manera maravillosa. Más adelante llegaría a escribir, “Una cosa he deseado del Señor… contemplar la hermosura del Señor”. Un hombre cuyo corazón era conforme al corazón de Dios. Anímate, creyente, parece que Jesús mismo, en Su lado humano, recibió la plenitud del Padre desvelado a lo largo de los primeros treinta años de Su vida. Se nos dice por medio de Lucas que Jesús, “creció y se hizo fuerte en espíritu, lleno de sabiduría: y la gracia de Dios estaba sobre él”.

Aunque podemos seguir abiertos a un encuentro más dramático con el Señor, no tenemos que buscar tener uno. He visto cómo el pueblo de Dios se coloca bajo una presión de grupo tremenda buscando un grado más alto, una experiencia sobrenatural del tipo del 4 de julio. Y después sentirse, esencialmente, como un fracaso y como un cristiano de segunda clase si no llegan a tener una. El resultado final es demasiado frecuentemente un encuentro imaginado, exagerado o embellecido o, lo que es peor, uno completamente inventado.

La revelación genuina es captar la forma en la que Dios ve las cosas. Necesitamos ver a Jesucristo como Dios Padre le ve. Eso tal vez no sea totalmente posible para cualquier individuo a causa de la grandeza de Jesucristo, pero tan solo necesitamos un vistazo de lo que el Padre está viendo por siempre bajo Su  mirada. Hasta un vistazo rápido del Señor resucitado, sentado en el trono y glorificado pondría un punto final ascendente a todo en nuestra vida a la vez que el mismo momento glorioso colocaría todo en nuestro interior.

Que Dios quiera que nosotros, los cristianos, persigamos el conocer a Jesús con el mismo abandono incansable con el que perseguimos el poder, la fama, la posición, los títulos, los dones, las señales y los prodigios.

Entonces estaríamos listos para escuchar sobre la lista de actividades cristianas del primer capítulo. Sí, estaríamos listos para actuar porque, después de obtener una revelación de Jesucristo que nos cambia para siempre, nunca más confundiríamos los radios con el eje central de la rueda. Seríamos mucho menos proclives a dar más énfasis a los entrantes que al menú principal. Como dice Castor en El León, La Bruja y El Armario, “¡Ahí es cuando podemos empezar a hacer cosas!”

Ya sea que nos llegue de forma progresiva o en un momento, esta forma en la que Dios ve a Jesucristo se sellará hasta tal punto en nosotros que para siempre servirá como ancla que no permitirá que el barco se aleje demasiado en ninguna dirección.

En resumidas cuentas, entender el Propósito Eterno de Dios realmente comienza con tener una revelación de Su Hijo. El propósito para todo -la creación, el tiempo, el espacio, tú y yo- es Jesucristo.

A continuación hay ciertas huellas dactilares de aquellos que han tenido un encuentro rico y que cambia con Jesús:

Otra señal de que alguien ha tenido una revelación de Jesucristo es que rehuyen hablar mucho de sí mismos y de lo que Dios ha hecho o está haciendo a través de ellos. El hecho de evitar hablar de sus personas no supone un esfuerzo consciente para estas personas. Lo hacen no para parecer falsamente humildes, sino porque han visto al Rey resucitado. Si de verdad lo has visto, serás liberado en gran medida de la tiranía de tu propia vida y de toda la inseguridad que la acompaña o de la importancia auto inflada.

Después de verle verdaderamente se vuelve difícil emocionarse con todos los “cristianismos” que solían avivar nuestro fuego. Alguno quizá desee emocionarse con salvar almas, los milagros, el poder, la adoración o lo que sea, pero ahora, solo te puedes emocionar así con Él. Ya que, una vez que le has visto a Él, todo lo demás empalidece.

Lo normal es que exista un sentimiento de descanso en la persona que verdaderamente ha visto al Señor. Es difícil para esta persona estresarse por las cosas. Ya sean buenas o malas. No porque sean apacibles por naturaleza, sino a causa de que algo intrínseco a la revelación de Jesús es el hecho de que no hay nada que puedan hacer que jamás impresionará a Dios. Ni que le haga huir. Ni que se gana ningún amor o aprobación extra. En otras palabras, ¡son libres! Por supuesto, esto es exactamente lo que Él nos promete, conoceréis la verdad (Jesús es la verdad) y la verdad (Jesús) os hará libres.

Una de las cosas sorprendentes sobre una revelación de Jesucristo es que eres consciente de manera simultánea de Su absoluta y total santidad y de tu  completo envilecimiento. En teoría, esa revelación debería enviarnos de cabeza a la primera roca bajo la cual deslizarse pero lo que sobrepasa ambas realidades es el sentimiento penetrante de que ¡eres completamente aceptado por Él! Te das cuenta de que a pesar de la verdad de los otros dos hechos, a causa de Su sangre derramada, cálidamente se te da la bienvenida a la presencia del Amado. Eso no puede evitar un resultado de descanso genuino.

Diciéndolo de otra forma, cuando has tenido una revelación del Señor Jesucristo:

Ya no te ves absorbido con las cosas de Dios. En vez de eso, estás consumido con Dios mismo.

Cuando la segunda parte de esa declaración es una realidad inamovible en tu vida, puede que estés listo por primera vez para empezar a manejar las cosas de Dios sin peligro.

¿Qué más?

Dejas de trabajar para el Señor y empiezas a trabajar con el Señor.

“Servir a Dios” deja de ser tu dios, y Dios mismo se convierte en tu Dios. Dios o los humanos podrían despojarte de tu “ministerio” y, sin embargo, absolutamente podrías seguir adelante espiritualmente sin perderte un paso ni caer en una crisis de identidad espiritual.

Ya no te regocijas de ser un siervo, sino de ser un hijo.

Estos son los trocitos y migajas que señalan el camino de la evidencia de que se está desarrollando una genuina revelación de Jesucristo en tu interior.

Como un amigo mío, Steve, lo dice tan elocuentemente, “Tanto daño interpersonal humano ocurre de la mano de personas altamente cualificadas (“ungidas”) pero relacionalmente disfuncionales. Puedes ser una enciclopedia bíblica que camina sobre el agua y no conocer verdaderamente a Dios, a ti mismo ni a los demás. Puedes predicar y hacer prodigios y estar ciego ante el sendero de despojo humano que dejas detrás de ti. Jesús ha venido para volver a integrar el alma humana rota. A menudo nos saltamos eso de camino a “hagamos nuestro ministerio” No permitas que la aparentemente fructífera función de tu “don” te engañe para que pienses que eres una persona relacionalmente segura, o que, de hecho, has sido recomendado desde el cielo. Podrías ser una de las personas más peligrosas del planeta: un ciego con una motosierra llena de combustible lista para segar el césped. No te irá bien ni a ti ni a los demás”[1].

Bien dicho, Steve. Tan solo añadiría que el ingrediente más importante que hace que seas mucho más seguro entre los perdidos y los salvos es una revelación profunda y forjada en tu interior de la centralidad de Jesucristo. ¡Tiene que ser nuestro punto de arranque! El norte en nuestra brújula. Necesitamos desesperadamente empezar ahí. Fue lo suficientemente bueno para los doce. ¿Podemos sobrepasar donde ellos empezaron? El hecho de haber pasado esto por alto es parte de la explicación del lío tan confuso que observamos ahí fuera en el mundo cristiano.

¿Empiezas a ver lo que quiero decir con “la lista”? ¿Estás empezando a ver un poco cómo el carruaje está delante del caballo o, en algunos casos, no hay ningún caballo a la vista?

 

 

 

Capitulo 5

El Propósito Eterno Continúa

Todo lo que quiere el Padre es glorificar a Su Hijo.

La mayoría de los cristianos responderían con un “por supuesto”, pero en realidad, demasiado a menudo, nuestra idea de Dios glorificando a Su Hijo tiene más que ver con nubes, relámpagos, truenos y terremotos y tal vez un asombroso juego de láser para que la mezcla sea aún mejor.

También, atrincherado en nuestra mentes está el pensamiento de que todo este asunto de glorificar está reservado para un momento en el futuro. En otras palabras, el hecho de que Dios glorifique a su Hijo está ocurriendo ahí fuera en algún lugar. Tú y yo tenemos que verlo desde la distancia. No ha ocurrido todavía. Es QPA: queda por anunciar.

También confundimos la glorificación de Jesucristo con la noción de “darle el crédito” por alguna hazaña o bendición. Sin duda que has oído a personas, después de lograr algo o llevar a cabo alguna hazaña, decir, “A Dios sea la gloria”. Lo que queremos decir es que le estamos dando el crédito. Mientras que es loable y preciso dar a Dios el crédito, la gloria no es un sinónimo para crédito. Sin querer bajamos el estándar del término gloria cuando lo utilizamos de esta forma. La gloria es mucho más que dar el crédito a Dios.

La gloria está vinculada de manera directa a la expresión. La glorificación de Jesús tiene que ver con que Él sea visto, su personalidad, Su naturaleza moral, Su vida, Sus características se expresan visiblemente. La gloria es todo lo que Jesucristo está siendo visible en la Tierra. La gloria es la inscripción, hasta el inundar de Su ser sobre toda la Tierra.

Hasta este punto, podemos ver que el Propósito Eterno se centra en la persona del Señor Jesucristo. Él es el amado del Padre. En Él, el Padre se complace.

Como resultado de este gran deleite y amor que el Padre tiene por el Hijo, la intención final del Padre es glorificar (expresar o hacer visible) a Su Hijo, Jesús. Cada rodilla, humana o angelical, caída o no, se doblara ante Él. Y eso también será para la gloria de Dios Padre.

Lo que es más, a la luz de Su decisión de glorificar a Jesús, el Padre decidió crear todo un universo, las estrellas, las galaxias, la Tierra y poblarla con diferentes tipos de vida, todo para que puedan ver la gloria del Señor Jesús. Jesús es, no solo la causa de la creación, sino que también es la razón por la que sigue existiendo. La existencia de Jesús es lo que está manteniendo literalmente el entretejido del cosmos unido.

Lo vasto del cosmos es necesario para que sirva como lienzo, un telón desde el que la gloria de Jesucristo alumbrará. Imagínate necesitar billones y billones de años luz de espacio para tener suficiente sitio para contener la refulgencia, la hermosura y la insuperable riqueza de un hombre. Eso es precisamente lo que está ocurriendo cuando hablamos del Propósito Eterno.

No te olvides nunca de que el Señor Jesús es un hombre. La gloria inimaginable de la que estamos hablando emergerá de un humano. Jesús es la humanidad tal como Dios quiso que fuera desde un comienzo. Él es el hombre según el corazón de Dios. Él es la plenitud de toda la eterna Trinidad situada en una estructura humana. Sí, Él también es totalmente Dios. Pero no es menos humano de lo que es divino.

Así que vemos (gracias a la revelación del Espíritu Santo a través de la pluma de Pablo) que la creación tanto de la dimensión invisible como de la esfera visible tienen que servir como marco para el Propósito Eterno. También sabemos que el Propósito Eterno se centra en una persona, Jesucristo. También sabemos que el Propósito Eterno tiene que ver con este hombre, Jesús, siendo glorificado para que todas las esferas creadas lo vean.

La próxima pregunta es exactamente ¿cómo glorificará el Padre a Jesús?

Ah, ahora hay un giro inesperado, maravilloso y glorioso en este drama.

 

 

Capitulo 6

Cómo Se Lleva a Cabo el Propósito Eterno

La glorificación de Jesús tiene muchas partes. Hay otro aspecto igualmente glorioso a la glorificación de Jesucristo. Y uno de los aspectos más importantes de su glorificación también se suele pasar por alto, hasta se desconoce en parte. El descubrimiento de cómo exactamente el Padre planea glorificar al Hijo puede hacer que te quedes boquiabierto.

Allá atrás en los consejos eternos, no solo decidió la Trinidad que Jesús sería honrado con toda gloria, sino que también decidieron con gran gozo el método por el que Jesús sería glorificado.

Una vez tomada la decisión, este tipo de glorificación sería la única vía en la que el Hijo obtendría la gloria. No habría vuelta atrás a pesar de lo difícil que se volviera. No importaba el precio. El hecho de decir que la Trinidad estaba “a una” en cómo glorificar a Jesús sería una sutileza masiva. Nada podría jamás hacer cambiar a Dios de idea. Ni siquiera la trágica y devastadora caída de Adán y Eva en el Huerto.

Mirémoslo desde el punto de vista humano durante un momento. Si tuviéramos la gema rara y valiosa que quisiéramos mostrar, enseñar (glorificar), tal vez encontraríamos un pedestal y una urna de cristal. También encontraríamos la luz correcta y después la exhibiríamos con orgullo para que todos la vieran. Suena como la forma normal de hacerlo.

Pero los caminos de Dios no son los caminos de los hombres.

Este lento revelar de Su Gema preciosa ocurrió en etapas. Echemos un breve vistazo a estas etapas:

Etapa 1

Antes de que el tiempo fuera, Dios tenía un secreto que solo sabía Él y el Espíritu Santo. Su secreto era Su Hijo, Jesús. Jesús es antes que Génesis 1:1. Aun después de la creación de los cielos poblados con criaturas angelicales, Su Hijo siguió siendo un secreto. Parecía que no estaban al corriente de la existencia del Señor Jesús ya que estaba escondido en Dios Padre. Pero el plan de Dios era glorificar a Jesús de una forma muy específica.

Etapa 2

En esta próxima etapa, las cosas han cambiado bastante. Mucho ha ocurrido ya. El universo físico existe y el hombre ha sido creado. La humanidad ha caído de manera trágica, el paraíso se ha perdido, la relación se ha roto, el pecado ahora mora en el cuerpo y con el tiempo llevará a la muerte y el hombre ya no está sincronizado con el corazón y la mente divinos y necesita desesperadamente que se le rescate. Recuerda, que aunque el Propósito Eterno de Dios se ha encontrado con una zanja, el Padre sigue estando totalmente comprometido.

Nos damos cuenta a lo largo de todo el Antiguo Pacto que Dios, dando pistas, sombras y señuelos, tenía un secreto. Una vez que permites que alguien sepa que tienes un secreto ya no es secreto. Se convierte en misterio. ¿La diferencia? Nadie sabe que un secreto existe. Pero una vez que se conoce la existencia de un secreto, se convierte en un misterio. Israel sabe que un Mesías ha sido prometido que los rescatará pero no tienen ni idea de la profundidad del plan de Dios para la gloria. El rescate irá más allá de lo que ellos pudieran haber esperado. No eran conscientes de su parte en la glorificación del Hijo de Dios. Pero tenían que ser redimidos primero antes de que el Plan de Dios pudiera volver a encarrilarse. Esa redención llegará con un precio terrible. Lo que es más, en sus sueños más radicales, Israel no puede concebir el hecho del que el Plan de Dios vaya más allá de los límites de Israel. Su plan es tan vasto y glorioso que también requerirá a los gentiles.

Etapa 3

La era del Nueva Pacto llega al fin y el misterio de Dios, Jesús el Hijo, es manifestado hasta cierto punto, pero no en toda su plenitud. Además de alguna fuga ocasional, la gloria de Jesús está básicamente cubierta. El poco de Su gloria y majestad que se puede ver es electrizante para muchas personas caídas. Es magnético. Para algunos otros, sin embargo, Su existencia y presencia resultan amenazantes. De cualquier forma, a lo largo del curso de Su vida, se pueden ver pequeños retazos de Su gloria eterna. Es como si el Padre tomara al que quería honrar, magnificar y glorificar dándonos una visual de tres años. Una degustación. En su mayor parte, Su gloria paso inadvertida por la humanidad durante este tiempo. Hasta este punto, los humanos entienden que la circunferencia del plan de Dios solo involucra a Israel. Pero se vuelve cada vez más claro que Dios desea redimir a toda la humanidad (a quien acepte la redención) e incluirla en Su gran (aunque todavía desconocido) Propósito.

Etapa 4

Esta es la etapa después de la crucifixión, resurrección y ascensión. Aquí es donde se da a la humanidad ojos para ver la grandeza del Señor Jesús. La peculiaridad de Su ser y el lugar tan particular que el Padre ha determinado para Él. Jesucristo no es solo un Salvador. Es también Señor. Pero lo que es más… también Él lo es todo. Este período de tiempo del Nuevo Pacto (en el que estamos hoy) también es un tiempo en el cual podemos aprender del Propósito Eterno.

Así que de vuelta a cómo se glorifica a Jesús…

En vez de mostrar Su Gema sobre un pedestal como cualquier humano haría, el Padre tomó a Su

Hijo amado y, por medio del Espíritu Eterno, tomó al Señor Jesús resucitado, sentado en el trono y victorioso y lo plantó en la profundidad del espíritu de cada persona (judía y gentil) que clamara Su nombre de verdad.

Suena raro, ¿verdad?

El Padre quiere glorificar a Su Hijo. Quiere que Jesús sea manifestado y plenamente visto por todo el universo. Pero en vez de tomarlo y mostrarlo para que todos lo vieran sin dificultad, lo toma, a modo de semilla y lo planta en el interior del humano. Dentro de millones de humanos. ¡Qué raro!

¿Por qué hizo esto el Padre?

Porque parte del Propósito Eterno que fue diseñado allá atrás en los Consejos Eternos fue que aunque Jesús sería glorificado, esa gloria se albergaría dentro y por consiguiente expresada por un vaso especialmente escogido que se conocería como la ecclesia.

En términos sencillos, la vasija que mostrará la gloria de Jesús es la ecclesia. La ecclesia está formada por humanos redimidos.

Para ser claros: la ecclesia no es el propósito eterno, pero es la vasija del propósito eterno. Eso hace que sea extremadamente importante. Como vasija predeterminada de ese propósito, aun cuando se ensuciara con el pecado allá en el Huerto de Edén, el Padre, a Dios gracias, no la puso a un lado ni cambió Su plan.

¿Por qué?

Porque se determinó que ella sería la vasija, el expositor de la gloria de Jesús. Así que aun cuando el contenedor se contaminase con el pecado y la impiedad, esa oscura posibilidad que ya había sido calculada y por la que se había hecho provisión en los Consejos Eternos antes de que ni siquiera empezase la creación. El precio para restaurar el contenedor ensuciado ya había sido tenido en cuenta por la Trinidad. El Cordero había sido sacrificado antes de la fundación del mundo. En su gran amor, habían calculado el riesgo como digno y el gran precio por la restauración sería pagado de buen grado. ¡Qué amor!

Verás, la esperanza de gloria del Padre no era solo Jesucristo. Él ya tenía esto antes de que nada fuera creado. La esperanza de gloria del Padre para Su Hijo era distribuirle en todos los que le pertenecerían y después haría que Su Hijo se manifestara a través de cada miembro individual de esa vasija corporal de una manera peculiar y sorprendente. O como lo dice Efesios, para que la supereminente sabiduría de Dios (Jesús) pueda ser conocida a través de la iglesia (ecclesia) ante los principados y potestades de los lugares celestiales. (Las referencias entre paréntesis son mías).

Pablo lo dijo a los creyente en Colosos de otra forma:

Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.

Eso no es un lenguaje sentimental y poético, amigos. Ese es el Propósito Eterno de Dios que el Padre inició mucho antes de Génesis 1:1.

Cristo en ti. La esperanza de gloria.

Eso cambia las reglas del juego.

No dijo: Cristo en ti, una esperanza de gloria. No.

La esperanza de gloria.

Dios está comprometido. No hay plan B. Está comprometido con que Jesús sea expresado de manera plena, total y completa a través de una vasija redimida compuesta de humanidad.

Así que… ¡estamos incluidos! De manera íntima. No somos el centro, no se trata de nosotros. Pero estamos ahí, con Él, en Él y Él en nosotros, manifestando su inigualable hermosura, sabiduría y gloria a través de nosotros. ¡Caramba!

Jesús desea compartir Su gloria con nosotros. Juan 17 habla de esto de una manera hermosa.

Esta es nuestra entrada para caer de rodillas. Esta es la parte en la que tu cerebro debería cortocircuitarse. Para siempre. Esta es la parte en la que lloras, gritas de gozo y bailas, ¡todo a la vez!

Esta es la razón de todo. Esta es la razón de la creación del universo. Esta es la razón de la creación de la Tierra en particular. Esta es la razón de la creación de los seres humanos. Esta es la razón por la que naciste. Para ser parte de la vasija que da expresión al Señor Jesucristo  mismo.

También es la explicación para todas las bendiciones tan sorprendentes y todas las dificultades inexplicables que llegan a tu vida. El Padre está trabajando incansablemente manifestando la simiente de Cristo Jesús que Él plantó en ti en tu segundo nacimiento. Utiliza tanto la luz como la oscuridad para llevar a cabo esta tarea gloriosa. Lluvia y sequía. Bendición y sufrimiento. Éxito y fracaso. Gozo y dolor. Todos son ingredientes esenciales para que Él lleve a cabo Su Propósito Eterno.

También deberías darte cuenta de que el “ti” al que se refiere Pablo en el pasaje anterior es un “ti” plural y corporal. Si Pablo hubiera estado en Alabama o Tejas, hubiera escrito, “Cristo en todos vosotros, la esperanza de gloria”. Esta esperanza de gloria es una cosa “nuestra; un destino “nuestro”. Aparentemente, resultó que el carpintero de Nazaret con pies polvorientos, también resultó ser el principio que sustenta todo el universo.

Intenta captar esto:

El estado glorificado de Jesucristo es tan inmenso, tan poderoso, tan dinámico, que requiere de un innumerable grupo de almas redimidas para que Él pueda tener la esperanza de ser plenamente manifestado (glorificado). Es ahí donde tú y yo entramos en escena. Para ser parte del cuerpo que da plena expresión a Jesucristo en este universo. Ese es nuestro llamado. Ese es nuestro destino.

Tu vida (incluyendo de manera especial tu “vida cristiana”) nunca va a tener pleno sentido hasta que captes por medio de la revelación este tremendo propósito de Dios.

¡Menudo plan! Menudos alto llamado y propósito que tenemos en Cristo Jesús. Ningún hombre ni ángel podría haber dado a luz una idea así jamás. Menudos honor y dignidad que el padre ha derramado sobre la humanidad al permitirnos estar así de íntimamente entretejidos con Su Hijo en Su glorificación.

Esto es a lo que se refirió Pablo al hablar del “Propósito Eterno” en Efesios. Es significa que es un propósito que Dios planificó para Su Hijo mucho, mucho antes de Génesis 1:1 y es un Propósito que continúa mucho después de Apocalipsis 22. Es…Eterno.

No soy alguien al que le guste crear verborrea cristiana especial, hay ya bastante por ahí pero los cristianos deberían hablar con fluidez sobre el Propósito Eterno de Dios. Esa es una frase que debería atesorarse en nuestros corazones y salir de manera reverente de nuestros labios. El Propósito Eterno es tierra santa.

Y, recuerda, el Padre trajo a la luz este plan tan tremendo con una intención amable hacia nosotros. Él propuso todo esto en Su gran amor. No es suficiente que nosotros conozcamos sobre el Propósito Eterno como un mero hecho; desesperadamente tenemos que ver y entender el corazón de Dios en este asunto. Su gran amor dio a luz todo lo que vemos que se está desarrollando. No hay alguna mente gigante, brillante pero emocionalmente estéril en el cielo concibiendo planes para el universo. No hay ninguna fuerza impersonal ni energía que da poder a las cosas que necesitamos. No, hay un gran Padre de gran corazón, eternamente joven, un Padre apasionado y con intenciones amables que está lanzando un llamado glorioso y lleno de esperanza para Su creación.

La razón por la que hablamos del propósito eterno no es para saltarte la tapas de los sesos sino para que te veas capturado una y otra vez por Su tremendo corazón. Para volver a ese primer amor al que Él nos amonestó en Efesios que debíamos de volver. Tener conocimiento revelado por sí mismo no nos ayudará a atravesar lo que tenemos delante. Nuestros corazones tienen que entender Su gran amor una y otra vez. Necesitamos estar saturados en su gran amor una y otra vez. El Propósito Eterno es la máxima historia de amor. Es un plan cuyos manantiales son el afecto más profundo que jamás ningún humano ha sido capaz de imaginar de imaginar.

La idea no es tan solo comprender el Propósito Eterno, sino ser comprendidos por él.

Querido seguidor de Jesús, repasemos: estos tres hechos tienen que estar para siempre sellados en nuestros espíritus, nuestros corazones y nuestras mentes:

  1. El Padre está comprometido de manera completa y singular a glorificar a Jesucristo. No deforma abstracta ni etérea. Sino de forma muy práctica y visible.
  2. También está comprometido con la Iglesia (ecclesia) (todos los redimidos de todas las edadesjuntos) para que sea el recipiente que expresa (muestra) esa gloria.
  3. Para que el plan de que Jesucristo sea glorificado a través de Su pueblo llega a buen fin, Dios Padre, una vez colocado a Cristo Jesús en nosotros, tendrá que formar a Cristo en nosotros para que Él pueda brillar a través de nosotros.

La Redención no es un Fin en Sí Misma

No solo es el propósito eterno la razón de la creación de todas las cosas, también es la razón de nuestra redención. En el mundo cristiano-evangélico de los siglos XX y XXI en los que la mayoría vivimos, la salvación se suele ver como la actividad principal en la que Dios está involucrado. Esto es más cierto en personas que tienen un llamado evangelístico o don en sus vidas. Cuando oyes hablar a estas personas, puedes salir con la conclusión de que Dios creó a la humanidad para poder salvarla del infierno.

A la luz del Propósito Eterno, es una noción rara, ¿verdad?

Parece que somos bastante inconscientes del hecho de que Dios tenía un plan antes de la Caída de la humanidad y que ese plan no se vio disminuido ni alterado de manera alguna a pesar de la Caída. Es un plan que va mucho más allá de nuestra redención. Podrías decir que, desde el punto de vista divino, la Caída fue el bache en el camino que lleva al cumplimiento del Propósito Eterno. No quiero con eso sonar irreverente ni displicente con nuestra salvación. Llegó con un precio profundamente terrible y nunca podremos cansarnos de dar gracias a nuestro Señor por lo que hizo cuando nos rescató.

Sin embargo, muchos cristianos evangélicos pasan la mayor parte de sus vidas parados alrededor del bache sacando a las personas, predicando a las personas para que salgan del bache y después, cuando lo hacen, les decimos que se queden alrededor del bache y griten a los demás que siguen en el bache para que salgan. Parecemos ser ajenos de que el bache está en un camino y ese camino lleva a algún lugar, a un destino. En contra del dicho popular que dice, “Se trata del viaje, no del destino”, acá se trata totalmente del destino.

No solo hemos sido salvados de algo. También hemos sido salvados para algo.

Es hora de que los seguidores de Jesús consideren de qué se trata el camino que hay más allá del bache.

 

 

 

Capitulo 7

Formar a Cristo Dentro

Para Que Su Gloria Brille Hacia Fuera

Al final, el Propósito Eterno es la explicación de todo lo que te pasa en esta vida. O de las cosas que no te pasan que te gustaría que ocurrieran.

Dios Padre está deseando que se forme Cristo en ti. Esto es porque está directamente relacionado con Su Propósito Eterno en Cristo Jesús. Pablo dijo a los Gálatas que tenía dolores de parto por ellos sobre este asunto en particular. Es uno de esos pocos pero importantes mega-arcos que hay en la vida cristiana. Es un asunto muy importante. Tu salvación no depende de ello pero tu posición en el Reino venidero está directamente relacionada a la medida de la estatura de Cristo que el Señor ha podido formar en tu interior durante esta vida. La formación de Cristo en ti está en algún lugar cercano a lo más importante que tiene Dios en sus listas de cosas a hacer. Para ser aún más directo: la formación de Cristo en ti es mucho más importante para el Padre que darte una vida cómoda en un vecindario acomodado o que vivir el “sueño americano”.

Desde la perspectiva de un cuadro grande, los creyentes y seguidores de Jesús pueden saber por qué las cosas se están desarrollando en nuestra vida de la forma en que ellas están pasando.

Al menos lo podemos saber de manera general.

Dios está tratando de definir a Cristo en ti.

¿Por qué?

Cuando recibimos a Cristo, Él entra a morar en nuestro espíritu humano, despertándolo una vez más con vida de resurrección. Sin embargo, aunque la vida de Cristo está ahora en nuestro interior, hay una formación, un aclarar, un madurar de esa vida que debe ocurrir en cada uno de nosotros.

Para ilustrar este punto, según Pablo, cuando los creyentes gálatas cayeron de la gracia y a la justificación por la ley, Pablo se lamentó de que Cristo tendría que volver a ser formado en ellos. Así que definitivamente hay un formar de la vida de Cristo en nuestro interior.

Ahora bien, la parte que nos puede sorprender un poco es que la formación de Cristo en nuestro interior a veces requiere que pasemos por algunas experiencias bastante espantosas. Cosas a las que nunca nos hubiéramos sometido de forma voluntaria.

Hay unas cuantas cosas que el creyente debería tener claro como el cristal tan pronto como sea posible: 1) Dios te ama. Punto. 2) Él está extremadamente resuelto a formar a Cristo en ti. 3) Lo que es más, lo que Él permite que entre en tu vida para que la vida de Cristo surja desde tu espíritu hasta tu alma (lugar en el que se ven los efectos transformadores) te sorprenderán. Lo que permite que entre en tu vida a veces te llegará a ofender. Sí, Él te ama hasta ese extremo.

A veces tu voluntad entra en conflicto con la voluntad de Dios cuando tienes un plan para tu vida que no se alinea con el Propósito Eterno de Dios. Él no está aquí para bendecirte y ayudarte en el sentido de que satisfagas tus deseos y metas. Eso es para el genio de la botella, no para el Dios del universo. Está trabajando a favor de algo que hay en Su corazón a lo que te ha invitado con mucha gracia para que formes parte en ello. Pero tiene menos que ver con que te conviertas en un gran cristiano y hagas grandes cosas para Dios o en que seas respetado y admirado por las personas. Tiene que ver con que Jesucristo sea plenamente formado en ti.

Él está bendiciéndote como también permitiendo dificultades porque quiere que se manifieste Cristo en ti y en mí para que otros puedan ver claramente a Jesús. ¿Por qué? Quiere hacerlo porque tú y yo nos hemos convertidos en Su escogida esperanza de gloria (expresión). Ese es el Propósito Eterno.

¿Por qué decidió Dios Padre que Su Hijo amado y eterno fuera glorificado a través de una humanidad finita y creada?

Ahí me has pillado. Estoy estupefacto. Perplejo. Aturdido con eso. ¡Pero es exactamente lo que decidió!

Pablo nos dio una pista maravillosa en Efesios (pero solo una pista porque probablemente no se puede responder plenamente con lenguaje humano) cuando escribe:

“Por su amor, nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado”.

Y también cuando escribió:

“Él nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en el cumplimiento de los tiempos establecidos, así las que están en los cielos como las que están en la tierra”.

Parece que el Padre de Jesús siente mucha debilidad por nosotros. Y le agradó muchísimo incluirnos en el plan para glorificar a Su Hijo.

¿Estás tan deslumbrado como yo por la incomprensible generosidad de Dios al incluirnos de una forma tan vital e íntima en la glorificación de Su Hijo?

Hay tres frases que utiliza Pablo como motivos que tiene el Padre para hacerlo así:

Su gran amor; Su beneplácito; Su puro afecto.

Sabrás que Dios no nos tenía que incluir. Podría haber pensado en otra forma de glorificar a Su Hijo para no tener que incluirnos. Hubiera sido mucho más fácil tanto para Él como para Jesús. Allá atrás en el Consejo Eterno antes de que existiera el tiempo, decidió que quería incluirnos. El hecho de incluirnos le llenaba de placer.

La noción misma de nosotros, seres humanos, fue concebida en gran amor, puro afecto y alto y santo propósito por nuestro Padre. Si el Propósito Eterno es la carne y las patatas del guiso divino, entonces el gran amor de Dios de cierto es el caldo en el que se está cocinando el guiso. Es por eso por lo que después de la caída, no descartó la humanidad sin más. Como dijimos con anterioridad, no había plan B. Su intención original no podía verse parada ni por la caída del hombre. La caída del hombre tan solo retrasó lo inevitable. Aunque la vasija (la humanidad) diseñada para albergar la santa glorificación de Jesucristo se había vuelto aparentemente en algo irremediablemente contaminado, el Padre tomó los pasos drásticos y costosos de rectificar ese asunto. Todos hemos llegado a conocerlo como el evangelio de las buenas nuevas de Jesucristo. Dios está obstinado no solo con glorificar a Jesucristo, sino que también ha tomado la misma determinación sobre cómo ocurrirá dicha glorificación.

E l “Cómo” divino ha llegado a ser conocido como la Iglesia. La Ecclesia. La Esposa. Ella es verdaderamente importante y lo que es más, es asombrosamente hermosa. Lo que es tan hermosa en ella es que se le ha dado a ella, y solo a ella, radiar toda la plenitud de Jesucristo. Él es lo que hay de hermoso en ella.

Solo será conocido en toda Su gloria por los principados, poderes y todas las cosas vivientes a medida que ella, la ecclesia, hace que Él sea conocido. Esa es la forma en la que lo planificó el Padre. Esa es la forma en la que lo quiere. Esa es la forma en la que hará que sea. El gozo de Pablo no era la iglesia, sino más bien la realidad de Cristo en la iglesia.

Pablo también dice en Efesios, Cuando pienso en la grandeza de este gran plan, caigo de rodillas delante de Dios padre. Yo también, Pablo, Yo también.

Fue este entendimiento/revelación lo que casi hizo que Pablo se volviera loco (en buen plan). Fue este Propósito Eterno de Dios uniendo a Su Hijo con la humanidad para después expresar la riqueza inigualable del Hijo Amado a través de esa misma humanidad que forzó a Pablo a hacer un esfuerzo extremo para esparcir estas poderosas buenas nuevas. Pablo se dio cuenta que debajo del gran plan de Dios, cada individuo se convierte en algo vital, indispensablemente esencial porque cada uno es necesario para poder captar toda la expresión de Jesucristo. El rompecabezas no puede mostrar la imagen hasta que todas las piezas se hayan encontrado, coleccionado, reunido y madurado.

A la luz de esta sorprendente revelación, Pablo se vio obligado a salir y predicar. Predicaba porque no tenía la forma de saber qué individuos en la ciudad que fuese había ya llamado Dios del mundo para convertirse en parte de la vasija que mostraría a Cristo. Una vez que la pelota empezaba a rodar en una ciudad cualquiera, Pablo empezaba con el proceso de coleccionar los bloques de construcción humanos. Y lento aunque seguro, una imagen viva, colectiva de Jesucristo que respiraba, empezaba a formarse en esa ciudad. La ecclesia. ¿Puedes ver la diferencia entre eso e “ir a la iglesia”? No hay punto de comparación.

El hecho de entender ese glorioso propósito es por lo que los creyentes del primer siglo se reunían.

Entendían que al reunirse estaban literalmente poniendo las piezas o reuniendo la expresión del Señor Jesucristo vivo, resucitado, glorificado en su ciudad. Esa misma revelación tiene que convertirse una vez más en la razón principal y en la intención por la que los cristianos se reúnen en el siglo XXI. ¿Puedes ver la diferencia tan enorme entre eso e “ir a la iglesia” el domingo por la mañana?

Este propósito eterno es la razón por la que Jesús soportó la Cruz. Una humanidad redimida y limpia que llevara Su misma vida para después dar esa expresión visible a Su presencia que habita en ellos, era el gozo puesto delante de Él.

Pablo soportó naufragios, hambre, enfermedad, desnudez, peligros, enemigos, encarcelamiento y más. No pasó por todo eso por el “donde hayan 2 o 3 reunidos…” (No me hagas que empiece a hablar de hasta qué punto hemos estropeado ese versículo). Él no sufrió pruebas y tribulaciones porque era un humanitario. No soportó las tremendas adversidades porque fuera “su trabajo”. Ese tipo de razonamientos son muy inferiores como para que nadie aguante el fuego a largo plazo. No, había algo mucho más alto, más ancho, más profundo, más glorioso que servía a Pablo de motor. Era cómplice del mismo latido de corazón de Dios Padre. El Propósito Eterno necesita de manera desesperada ser también nuestro motor.

Querido lector, el Propósito Eterno no es algo a lo que te aferras. Es algo que te aferra a ti.

Este propósito divino es la mega-narración del Antiguo y Nuevo Testamentos. Es el cuadro grande, amigos. Y está centrado “en” “y” alrededor de Jesucristo. Y necesitamos de manera desesperada volver ahí… de vuelta a Él…y solo a Él.

Como seguidores de Cristo y, especialmente, como obreros en el Reino, el Propósito Eterno de Dios debería informar, influir y guiar casi todo  lo que hacemos como creyentes individuales y como compañía local del pueblo de Dios (la iglesia). Sin embargo, demasiados cristianos son tristemente ignorantes o, al menos, están empobrecidos, cuando se trata de saber sobre el gran plan de Dios. A causa de nuestra ignorancia, tal vez, sustituimos el propósito divino por cosas inferiores. Cosas cristianas, sí, pero inferiores. Cosas como el evangelismo, la sanidad, la enseñanza, el estudio, el aprendizaje. Todas son cosas buenas de verdad pero ni una de ellas es LA razón para la creación. Ni siquiera se acerca.

Piensa durante un momento. ¿Cuál de esas cosas de la lista anterior es eterna? Por eterno lo que quiero decir es, ¿cuál de esas cosas es anterior a Génesis 1:1 y posterior a Apocalipsis 22? Esa es tu vara de medir lo que es eterno. Eso deja fuera casi todo con la excepción de Jesús, la Iglesia y tal vez un pequeño puñado de otras cosas.

La respuesta concisa es que ninguna de ellas. Pablo nos lo dice claramente en Corintios. La necesidad de tener apóstoles, profetas, maestros, evangelistas, sanadores y predicadores pasará. ¿Por qué? Porque no son eternos. Sí, los tenemos aquí y ahora, pero a la luz de lo que conocemos, deberíamos dar menos importancia y atención a estos asuntos menores y muchas más atención a las cosas eternas. Por cierto, de manera paradójica, si hiciéramos eso, estaríamos convirtiéndonos en evangelistas, maestros, pastores, etc., mucho más efectivos. La ventaja desde la posición del Propósito Eterno de Dios va a derrocar lo que piensas que es importante en la vida cristiana, especialmente en tu sistema de valores cristianos. Alterará tus prioridades para siempre.

Nuestro motor tiene que ser algo de calidad muy superior que a lo que muchos de nosotros estamos usando hoy en día si esperamos llegar al final de la carrera fielmente sin haber hecho trampas o tomado atajos. El Propósito Eterno tal como es revelado en Jesucristo es ese motor.

Cristo Formado Dentro

Si eres seguidor de Jesús, la formación de Cristo en tu interior es básicamente la responsable de todo lo que pasa en tu vida. Todo está permitido, todo está denegado. Una sanidad repentina y dramática o una enfermedad larga y costosa. Un ataque del adversario o protección sobrenatural. Tus éxitos. Tus fracasos. Todo esto está trabajando, de alguna forma, para conformarte más a la imagen del Hijo Amado de Dios. Por cierto, Dios Padre va mucho más en serio y está mucho más comprometido en conformarte a Cristo de lo que estás tú en ser conformado. Afortunadamente, todo este asunto gira alrededor de Su fidelidad, no de la nuestra.

Parece que nosotros, los cristianos, estamos comprometidos en asemejarnos a Cristo…hasta cierto límite. Entonces las aguas empiezan a embravecerse un poco. La barca empieza a tambalearse. Pronto el agua está entrando en la barca. Después olas enteras están rompiendo contra la proa. La madera empieza a astillarse. Lo siguiente es que la barca está inundada y empieza a sumergirse. Entonces te tiras por la borda. Ahora estás pisando agua…a duras penas. Finalmente, empiezas a hundirte. O tal vez ocurre de manera rápida, de un golpe. Una ola monstruosa vuelca tu barca sin darte ni cuenta. De cualquier forma, ¿cómo podría un Dios amante permitir que algo así te ocurriera a ti? Todos lo hemos pensado. Todos nos hemos quedados perplejos (¿ofendidos?) por lo que Él ha permitido. Con razón dijo, “Bienaventurado el que no halle ofensa en mí”.

Bien, querido santo, Él está así de comprometido en transformarte a la imagen de Jesucristo. Eso significa que, a veces, Él va a permitir algunas condiciones muy excesivas en tu vida. Si tienes cualquier duda sobre esto, te llevaría a Pablo, Pedro, las decenas de miles de creyentes sobre los que puedes leer en las páginas de la historia de la iglesia. Por alguna razón inexplicable, estos días los cristianos parecen estar tristemente alejados de este hecho. Como los rabinos dicen, “La coincidencia no es una palabra kosher”. Pero cada gota de angustia, dolor, pena y corazón roto está unido con el Propósito Eterno. Pedro lo llamó trabajar el peso de la gloria eterna.

 

 

 

Capitulo 8

El Resultado Final

Cuando Jesucristo sea plenamente glorificado a través de Su pueblo, algo alucinante ocurrirá. Toda esa gloria revelada va a transformar y redimir a la humanidad en algo espectacular, algo que nunca antes se ha visto. Cuando nuestra transformación sea plenamente completada, Jesucristo tendrá una compañera adecuada. Una esposa. La plena glorificación de Jesús terminará con Él recibiendo Su herencia.

La herencia somos tú y yo.

Impactante. Incomprensible.

A simple vista, parece que Jesús se queda con la peor parte. Pero, aparentemente, cuando tú y yo somos limpiados por la sangre de Jesús y entonces estamos desbordantes con la vida y la gloria de Jesucristo, nos convertimos en una herencia adecuada para Él.

Pero no solo una herencia, una compañera. Una esposa.

El propósito eterno es Jesucristo glorificado y recibiendo lo que le pertenece. Aquello que Su corazón ha deseado. Y ¿qué es eso? Una esposa. La esposa del Cordero.

¿¡¿¡Qué?!?!

No podemos ni empezar a imaginarnos las cosas tremendas que ocurrieron en los tiempos en los que Jesucristo fue crucificado, resucitado, ascendido y sentado en el trono. El poder de la sangre derramada del Cordero de Dios es impresionante. Por ejemplo, considera lo siguiente: el Espíritu Santo no mora en lugares sucios. Para que tú y yo seamos vasijas lo suficientemente limpias para convertirnos en morada de Dios mismo, significa que algo increíble ocurrió en la Cruz del Calvario. Ser limpio por la sangre del Cordero significa que somos lo suficientemente puros para que el propio Espíritu Santo de Dios pueda residir cómodamente en nosotros.

¿Qué más?

Recuerde, una especie en particular solo se puede unir legalmente con otra especie de su mismo género. Es biología. La obra redentora de Jesucristo en la Cruz del Calvario fue tan indescriptiblemente eficaz y exhaustiva a la hora de limpiarnos de nuestros pecados y de nuestra naturaleza pecaminosa que ahora somos completa y totalmente santos, puros, sin culpa y hasta si mancha delante de Él. Estamos en un estado aún mejor que Adán y Eva antes de su caída. Es cierto. Sí, esta sangre nos ha limpiado hasta tal punto que Pablo nos dice en Corintios que nos hemos convertido en la justicia de Dios.

No importa lo difícil que te resulte tragarlo, es innegablemente cierto.

Cuando nosotros, los creyentes, estamos en esos momentos más que gloriosos de historia divina conocidos como la consumación de las edades, solo habrá una huella de que alguna vez hubo algo que no estaba bien en el universo.

Esto se merece que se repita.

Cuando lleguemos a la celebración espléndida y sublime de las bodas del Cordero, solo habrá una pieza de evidencia de que los humanos hubieran estado alguna vez manchados por algo en el pasado distante conocido como la caída de la humanidad. Pero esa cicatriz, ese recordatorio doloroso, no se encontrará sobre ti ni sobre mí. No. Estaremos sin mancha, sin tacha, sin caída en toda forma posible. No mostraremos señal alguna de haber estado jamás en un estado pecaminoso y dañado.

La única tacha que existirá en el futuro eterno pertenecerá a tu Señor Jesús. Tan solo Él llevará en Su cuerpo santo un recordatorio de la caída y de la horrorosa pena pagada no solo para redimirnos sino para hacernos santos, hasta la justicia misma de Dios. Solo cicatrices como esas pueden brillar en Jesucristo como símbolos de gran amor e incomparable belleza.

Su amor es así de grande. Su obra así de eficaz.

Habremos hecho todo lo necesario para asegurar una vasija en la que Él podrá morar para siempre y a través de la cual pueda ser glorificado. El Propósito Eterno se completará como fue diseñado desde el principio en la eternidad pasada. Y, lo que es más, desde que Jesús sea uno con esa vasija de Su gloria, esa vasija se convertirá en Su esposa. No solo es esto la mayor historia de amor, sino que es la única historia de amor que jamás ha existido.

Vemos por un espejo, oscuramente. Todos estos pensamientos son pequeños retazos del Propósito Eterno. El propósito de Dios es inmenso, masivo, tanto más que de lo que se puede abarcar en un libro. En cien vidas, no llegaríamos a entender ni comprender el gran propósito de Dios. Sí, vemos por un espejo oscuramente, pero lo poco que podemos ver será suficiente para transformarnos y llevarnos a través de esta vida. Como se dijo anteriormente, a algunas cosas nos aferramos, pero otras nos aferran a nosotros.

Querido creyente, eres más amado, más valorado, más atesorado, más indispensable de lo que jamás hubieras podido esperar. El Padre te ha escogido. Te ha escogido para ser un recipiente de Su Hijo amado. Pero aún más, te ha escogido para que manifiestes también a ese glorioso Hijo. Y Él te ha escogido para unirte para siempre y de manera inseparable a otros que tienen el mismo llamado que tú. Para que todos podamos llegar a la unidad de la fe y al conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre maduro, a la mediad de la estatura de la plenitud que le pertenece a Cristo.

Así sea.

Nick Vasiliades

Otro Libro por Nick Amado y Punto

 

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.