El Verdadero Amor, Recuerda

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El Verdadero Amor, Recuerda. Eso es lo que nos hace diferentes en esta sociedad individualista, egoísta y egocéntrica en la que hemos sido llamados a vivir. Como las judías en un saco, estamos rodeados de lo que yo llamo “acaparadores”.
Un acaparador es una persona que permite que su personalidad narcisista se demuestre mediante un estilo de vida olvidando de dónde viene, y sin tener presente a aquellos que son menos afortunados y que no tienen cubiertas las necesidades básica en sus vidas. No tiene respeto por la familia porque tienen un amor débil y un recuerdo selectivo. Solo recuerda el mal que recibió, y olvida todo el bien que llegó a su vida. Un acaparador es realmente un niño adulto, cuya vida egoísta se resume en los pronombres “yo”, “mi” y “mío”.

¿Por qué es esto tan frecuente en nuestra cultura?
Sin amor no hay memoria. Debes tener amor para poder recordar a los demás. Tener presente a los demás es un don de Dios. Fuimos creados por Dios para recordarles. Nuestros cerebros han almacenado años de información y el amor es ese “ratón” que hace un “clic” en un lugar y un momento en particular para ayudarnos a recordar.
Les insto a que tomen en serio estas palabras porque el verdadero amor tiene en cuenta la historia y es consciente de los que nos rodean. Recordemos siempre las palabras del Señor Jesús, cuando dijo: “Más bienaventurado es dar, que recibir”. Hechos 20:35

Recuerda a los pobres.
Siempre he tenido un corazón para los pobres. Realmente recuerdo como si fuera ayer, que yo mismo fui uno de ellos. Recuerdo tener hambre, recuerdo a mi papá trabajando por un dólar al día aquí en Estados Unidos, y recuerdo que algunas personas cristianas piadosas nos traían comida y ropa, a pesar de ser unos “extranjeros” para ellos. Esa es la razón por la cual, estando dentro o fuera de una congregación, siempre he mantenido una despensa de alimentos abierta y funcionando durante 30 años, para ayudar a la gente necesitadas. Eso no hace de mí una persona especial, ni tampoco me considero mejor que los demás. Simplemente estoy agradecido, y el amor de Dios en mi corazón mantiene viva mi memoria.
No necesitas que un “pastor” o un “sacerdote” programen un día de “Servicio a los demás”. Estas cosas salen del corazón, es espontáneo, y no necesitamos que nadie nos lo recuerde. Al igual que el amor, es algo que debe fluir como el agua en el manantial de la Vida. Simplemente es lo que somos y es lo que hacemos cuando Cristo mora en nosotros.
Gálatas 2:10. “Ellos solo deseaban que recordáramos a los pobres, lo cual, yo mismo también estaba ansioso por hacer.”

Recuerda a las viudas.
La Biblia no dice que debemos recordar a las viudas con las que nos relacionamos, y también a los huérfanos. Los recordamos porque juntos formamos parte de Su Cuerpo. Las viudas son una parte de la Iglesia de Cristo que necesita ayuda, y muchas veces se quedan solas y en extrema necesidad.
Después de que han dado toda su vida para ayudar a otros, podemos caer en el error de olvidarnos de ellas o relegarlas a un segundo plano. Por cierto amados, los hombres también pueden llegar a ser viudos.
Santiago 1:27. “La -religión-, “el estilo de vida”, puro y sin mancha delante de Dios el Padre es este: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.”

El amor verdadero siempre recuerda.
Y hace que nos conmueva la compasión por aquellos que no se sienten tan afortunados como nosotros. Las personas verdaderamente agradecidas siempre están buscando personas con quienes compartir sus recompensas.
Cuando Dios nos bendice, no es para que lo guardemos, sino para que lo compartamos con nuestra familia de la fe y con otros necesitados.
Mateo 6: 19-21 “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen y donde los ladrones entran y roban; sino que se guardan tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido destruyen, y donde los ladrones no entran y roban. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.”

Recordemos a los que están en prisión.
El mundo está lleno de prisiones y esas instituciones crecen a un ritmo alarmante. El mundo también está lleno de personas que deberían haber estado en prisión y se libraron. Soy uno de esos. Siempre he odiado las cárceles y las funerarias. No conozco la razón, pero crecí con ese sentimiento.
Cuando el Señor me llamó, me envió al ministerio de las prisiones. Durante cuatro años, dos veces por semana, después del trabajo y los fines de semana, me encontré hablando con los encarcelados en el corredor de la muerte. Ellos necesitaban conocer a Cristo y la Vida eterna.
Entiendo completamente por qué a muchos hermanos no les gusta ir a las cárceles. Después de pasar horas allí dentro, deseaba llegar a casa para darme una ducha y poder quitarme ese sucio “sentimiento”.
Sin embargo, Jesús nos ha ordenado recordar a los que están en prisión y visitarlos, especialmente a los hermanos en la fe encarcelados por La Palabra de Dios y el Testimonio de Jesucristo.
Hebreos 13: 3. “Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo.
El solo hecho de visitarlos, recordarlos y pasar un tiempo con ellos puede hacer toda la diferencia del mundo. Ese amor divino y esta dedicación sincera les enseñan que son amados y recordados, y es posible que sea esa mano amiga la que los mantiene con vida y con la esperanza de un buen futuro y un nuevo comenzar.
Y todo esto, recordando siempre que el sistema judicial de esta sociedad muy a menudo es injusto, y la justicia en este sistema puede brillar por su ausencia.

El verdadero amor recuerda a nuestro cónyuge.
Estamos viviendo en una sociedad derrochadora en estos días. Lo que el 90% del mundo repara y reutiliza aquí en Estados Unidos, se tira a la basura. Mientras los medios de comunicación nos bombardean con propaganda para “obtener el nuevo modelo de las “cosas” que salen al mercado”. Todo se trata de “Comprar-usar y tirar”.
Y ocurre lo mismo con las relaciones entre parejas. La gente está cambiando de pareja como si se tratara de conseguir el último modelo del teléfono móvil.
¿Hemos considerado el precio que nuestro cónyuge ha pagado para aguantarnos y amarnos durante todos estos años? Si son un matrimonio piadoso, Dios les mostrará que sus diferencias son simples altibajos y experiencias que fortalecen su relación en el Señor.
Recordemos que no siempre se trata de gastar dinero, recordemos la importancia de un detalle, una llamada telefónica, una tarjeta, un almuerzo, un abrazo, unas palabras cariñosas, o cualquier gesto de bondad.
Sembramos lo que cosechamos, y si la creciente oscuridad egoísta de la sociedad es una pista de aterrizaje, algunas personas se van a despertar con rudeza. Seamos conscientes de que recogemos lo que sembramos; y con cada acción, tenemos una reacción.

El amor verdadero recuerda a aquellos hombres y mujeres de Dios que han vivido su fe honestamente, y nos han dado un ejemplo a seguir.
¿Tenemos idea de lo que le cuesta a un hombre o una mujer de Dios nadar en la pecera? Toda su vida está en el escenario. Muchos buscan una debilidad en ellos para excusar su propio pecado. Muchos están buscando una falta para criticarlos y no tener que preocuparse si pueden pagar sus cuentas o no.
No me refiero a aquellos predicadores que se hacen ricos en la congregación cobrando dinero por sus sermones y programas religiosos. Estoy hablando de los hermanos ancianos que quizás ya no tienen esa faceta carismática y esa fuerte voz.
Siempre he tenido un respeto por mis mayores. Me enseñaron lo correcto, y a veces se equivocaron, pero ellos habían pagado el precio para tomar sus decisiones, y yo no necesitaba entenderlo todo.
Hoy soy un defensor de hombres y mujeres en el ministerio. Si no tienen con quién hablar, pueden hablar conmigo.
¿Por qué? ¡Porque el verdadero amor recuerda!
Hebreos 13: 7 “Recuerda a los que lideran, caminando delante de ti, y han sido un ejemplo. Los que te han hablado la Palabra de Dios, cuya fe sigue. Y considera el resultado de su conducta.”

Debemos recordar a todas aquellas personas que hicieron posible el hecho de que hoy estemos aquí gozando de la vida con salud y bienestar. Tal vez nuestra memoria haya olvidado de forma selectiva el precio que otros pagaron para ayudarnos a nosotros y a nuestras familias, pero le aseguro que el Señor lo recuerda todo y el tema no está cerrado. Todo está escrito.

Finalmente, me despido con estas palabras de Jesús en Mateo 25:
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. “
Estas son palabras difíciles de pronunciar, pero te ruego que entiendas que nacen de un verdadero amor que recuerda.

En la víspera del Día de los Caídos, también recuerdo, y quiero agradecer a todos los hombres y mujeres que vivieron y murieron sirviendo a este país.

Y especialmente quiero aprovechar este momento para agradecer a los pocos y a los humildes, que nos han recordado y que desinteresadamente siempre han estado dispuestos a ayudarme a mí, y a mi familia.
Sois amados y recordados siempre aquí, allí, y en nuestros corazones.

Con mucho amor,
José L. Bosque
(Traducido por José Torres Arjona)

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